25/5/14

Una vez más, el horror

Leo, veo, escucho con horror las historias de esta semana: el asesinato de jóvenes en Santa Bárbara, los muertos en el Museo Judío de Bélgica, las muertes de niños y adolescentes víctimas de bullying en este país, el triunfo de Le Pen, el cura pederasta de San Luis Potosí... y recuerdo a Fernando Pessoa: "Si el corazón pudiese pensar, se pararía". 

En poco más de un mes se cumplirán veinte años del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina, que costó la vida a más de 80 personas. Comparto con ustedes este texto que escribí hace ya algún tiempo y que tiene que ver con los brotes de antisemitismo y de intolerancia de todo tipo. Tal vez venga al caso. Tal vez...




¿Por quién suena cada lunes el shofar?
Sandra Lorenzano
…está sonando por ti
El 18 de julio de 1994, a las 9:53 de la mañana, algo cambió en nuestra historia para siempre. Una camioneta blanca se estrelló contra el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en pleno centro de Buenos Aires, provocando la muerte de 85 personas – de las cuales 67 estaban dentro del edificio, y las demás pasaban cerca -, que fueran heridas unas 300 más y que el edificio quedara destruido. Fue el mayor atentado terrorista de la historia argentina. Las investigaciones señalan los lazos del gobierno de Carlos Menem y Hezbolah. Hoy, en las paredes de la nueva sede, los nombres de las víctimas son una marca en la memoria de todos. También en la banqueta, si uno camina por la calle Pasteur, puede encontrar pequeñas placas de bronce con un nombre y una fecha. Como en aquella obra sobre la memoria que Christian Boltansky hizo en las calles de Berlín. No fue un artista quien las puso aquí. Fueron las familias. Fueron los vecinos de ese barrio en el que conviven judíos y coreanos, tucumanos y paraguayos, comerciantes y estudiantes, médicos y empleados del Hospital de Clínicas, y de los pequeños cafés y negocios. Un barrio que si estuviera en otra ciudad menos acostumbrada a las migraciones internas y externas sería considerado un “experimento multicultural”. Allí es simplemente una parte del “Once”. A 16 años del atentado, la memoria y el reclamo de justicia quieren permanecer intactos. Y porque somos hijos de una misma sangre y nuestras historias no son tan distintas, porque la solidaridad quizás sea aún posible, uno de los oradores invitados a la ceremonia es el juez Baltasar Garzón.
El 18 de julio de 1994 fue lunes. Y desde entonces, todos los lunes un grupo de gente se reúne frente a los Tribunales para recordar a las víctimas del atentado a la AMIA y exigir que se haga justicia en un país que poco a poco empieza a cambiar su perfil (un paréntesis para celebrar dos hechos históricos sucedidos esta semana: la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo – una de las consignas de la lucha fue “A igual amor iguales derechos” y convirtió a la Argentina en el primer país del continente en tener este tipo de legislación – y el nuevo juicio a Jorge Rafael Videla). El inicio de la ceremonia de los lunes lo marca el shofar con su sonido antiguo y desgarrador. “Memoria activa”, la asociación que promueve esta ceremonia del recuerdo, me invitó hace ya muchos años a hablar una mañana. Me gustaría compartir con ustedes lo que dije en ese momento, tan conmovida y sacudida como lo estoy hoy:
Soy de la raza del libro con que se construyen las moradas, escribió Edmond Jabès dueño de ninguna patria, dueño de todas las voces y de la mirada oblicua de la extranjería. Los libros, las palabras son la morada, aquello que nos protege de la intemperie, que nos da asideros ante el dolor, aquello que hace que no sea grito permanente el desgarramiento. Suelo arroparme con palabras, buscar su tibieza en el desamparo, su rostro familiar ante lo desconocido. Suelo buscar en las palabras la protección que la realidad tantas veces nos niega. Quizás por eso empecé con esa frase de Edmond Jabès. Porque también para mí la patria está en los libros, aunque por supuesto hay lugares en el mundo que me duelen más que otros, lugares donde cada noticia del diario se me hace carne, donde cada mañana en la plaza es una marca para siempre. Entre esos lugares está el que eligieron hace más de un siglo mis abuelos para fundar una vida, para que crecieran sus hijos y los hijos de sus hijos mientras el mundo fuera mundo y las estirpes condenadas a cien años de soledad nacieran sólo con las huellas de la memoria. “Y fue por ese río de sueñera y de barro”, dice un verso entrañable; un río maravilloso y atroz, origen y final para tantos. Llegaron cantando en idiomas que ya no recordamos, con la nostalgia grabada para siempre en las pupilas. Pero la historia parece tantas veces desconocer los deseos y los amores, los anhelos antiguos de aquellos inmigrantes, y el mundo siguió siendo mundo y las estirpes siguieron condenadas a los desencuentros. Como dijo el poeta, “cumplida no fue su joven voluntad”; no fuimos felices como ellos lo soñaron, no nos cubrió un cielo protector, no siempre supimos del amor y de la risa, no pudimos dejar que nuestras raíces crecieran en paz, ni las nuestras ni las de los hijos de nuestros hijos. Y vamos por el mundo con nuestro hogar a cuestas y un determinado brillo en la mirada, o una cierta cadencia en el habla que muestra ese lugar que nos duele más que otros. “Tengo un dolor aquí del lado de la patria”, escribió la uruguaya Cristina Peri Rossi. Pero a pesar del horror, de la muerte, de los infinitos exilios, a pesar de haber atravesado el siglo más terrible de la historia de la humanidad, a pesar del humo que ahuyentó a los pájaros de Buchenbald, como lo cuenta Jorge Semprún, del ruido ensordecedor que nos cubrió un día cualquiera de agosto del 45, a pesar de los 30 mil árboles truncados que nunca crecerán en nuestros bosques, a pesar de las ausencias que cubren el aire, de no haber podido cumplir aquel viejo sueño, a pesar de julio del 94, estamos aquí diciendo presente, exigiendo justicia, convocando con el shofar a aquellos abuelos del principio de los tiempos, compartiendo con ellos nuestras palabras, nuestras moradas. Y es así simplemente porque tenemos memoria, aunque tantas veces quieran borrarla por decreto, cancelarla con enmiendas y con leyes. La memoria nos salva del ahogo, nos convierte en militantes de la vida, nos permite que estos lunes en la plaza sean también una charla cercana, íntima, con nuestros muertos queridos, una charla íntima que alguien llamó testimonios, aunque sepamos que nadie puede dar testimonio sino el testigo y que los verdaderos testigos son en realidad aquellos que no están. Y sin embargo es por ellos que tenemos la obligación de seguir hablando, de seguir recordando, de seguir dando nuestro imposible testimonio. Porque sabemos que el antónimo del olvido no es la memoria sino la justicia. Por eso salimos de nuestras moradas acompañados por todos: por los que están y por los que no están, por los que fueron y serán, por los siglos de los siglos. Así sea.

21/5/14

Un abrazo al tío Quino y a Mafalda


He hecho muchas cosas de trabajo durante el día, pero todo el tiempo he tenido presentes las ganas de escribir, siquiera unas líneas, de gusto, de emoción, de felicidad, de orgullo, qué se yo, por el Premio Príncipe de Asturias otorgado a Quino. 
¿Qué quieren que les diga? Es como si hubieran premiado al tío más querido, al que siempre nos consiente, al que desde chicos hemos elegido como el cómplice más cercano. Así me siento.
Sé de memoria prácticamente todas la tiras de Mafalda (quién lo dude puede ponerme a prueba en este mismo instante) y es mi referencia bibliográfica más frecuente. Ella nació cuando yo estaba aprendiendo a leer, quiere decir que su realidad fue la realidad de mi infancia, sus preocupaciones las mismas que yo escuchaba en casa, y aunque seguramente no le entendía demasiado de qué hablaban -ni ella ni mis padres-, yo sentía que compartíamos un modo de mirar el mundo. O quizás ella me enseñó a mirarlo como aún lo miro: con pasión, con ganas de cambiarle tantas cosas, con ironía, con una cierta distancia que duele. 
Ella nació cuando yo estaba aprendiendo a leer y logró, como Peter Pan, quedarse siempre con seis años. Yo no pude. Crecí y seguí leyéndola. Tengo una hija que también creció leyéndola (o escuchando mis "citas", pobre). Me hice mayorcita (por decir lo menos) y sigo leyéndola. Porque es parte de mi vida, de mi historia, de mi memoria (y ya saben cómo soy de obsesiva con el tema de la memoria), porque tuvimos un citroncito igualito al de su papá, porque tuve mi propio Guille (aunque a mi hermano le pusimos Pablo), porque tuvimos una tortuga y amigos que todavía hoy son nuestros compinches, porque me hace amar y odiar a la argentina que también soy... 
Y porque sí, porque hoy quisiera abrazarlos a los dos: al "tío" Quino y a ella, escribo estas líneas apuradas y felices, sólo para decirles GRACIAS, e invitarlos a jugar a la plaza. ¿Dale que sí?

6/5/14

"Social skills?"

Cuando tenía 5 años, mi mamá me mandó, con vestidito verde de terciopelo, cadenita y medalla con mi nombre -"Sandra"- garigoleado, y zapatos blancos de Les Bebes, a la fiesta de una compañerita de la escuela. Regresé con toda la medalla mordida porque no supe qué otra cosa hacer con tanta gente –grandes y chicos- alrededor. Desde ese momento sé bien cuál es mi “coco”: me faltan lo que suelen llamarse “social skills”. Claro que con los años he aprendido a desenvolverme con más o menos pericia en esas situaciones que desde días antes me provocan una angustia brutal: fiestas, comidas, reuniones de todo tipo. No saben la cantidad de veces que he pensado en preguntarles a mi “compañeros de diversión” si no tendrían problema en que yo me pusiera a leer, por ejemplo. Pero no me animo. Creo que les molestaría. (Fíjense que no se ve mal que la gente se la pase clavada en su teléfono mientras otros charlan entre sí, pero sí si sacas un libro. Ergo: ya he empezado a leer tímida y disimuladamente en mi iPhone cuando estoy rodeada de gente. Tengo ahí unas novelas geniales. ¡No se lo cuenten a nadie, por favor!). Si supieran que para mí la escena ideal es la de los silencios compartidos… ¿No les parece maravilloso estar leyendo junto a la gente querida, cada quien  su libro, y cada tanto levantar la cabeza para hacer algún comentario? No hay nada mejor que esa complicidad.
En fin, soy un horror, lo reconozco: me aburro con muchísima facilidad en situaciones sociales. O me angustio. O las dos cosas a la vez.
Ya no me cuelgo nada “mordible”, por las dudas, pero sigue dándome culpa la violencia dental que recibió esa pobre víctima de mi poca capacidad para las relaciones públicas.

Y si por casualidad están planeando hacer alguna fiesta, ¿sería mucho pedir que pusieran un “rincón de lectura”? 

Vean qué maravilla:
"Comparto la obstinación con la que Hermann Broch repetía: descubrir lo que sólo una novela puede descubrir es la única razón de ser de una novela. La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia es inmoral. El conocimiento es la única moral de la novela (...). El espíritu de la novela es el de la complejidad. Cada novela le dice al lector: 'Las cosas son más complicadas de lo que piensas'." Milan Kundera, El arte de la novela.
¡Lindo martes para todos!

22/4/14

"En busca del cuento perdido". Poemas leídos el 22 de abril


Nocturno de la estatua
Xavier Villaurrutia
Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las flechas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oírla decir: «estoy muerta de sueño».

Noche oscura
San Juan de la Cruz
En una noche escura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche, que guiaste;
oh noche amable más que el alborada;
oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada, con el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire del almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Noche
Vicente Huidobro
Sobre la nieve se oye resbalar la noche
La canción caía de los árboles
Y tras la niebla daban voces
De una mirada encendí mi cigarro
Cada vez que abro los labios
Inundo de nubes el vacío

En el puerto
Los mástiles están llenos de nidos
Y el viento
gime entre las alas de los pájaros
Las Olas Mecen El Navío Muerto
Yo en la orilla silbando
Miro la estrella que humea entre mis dedos

La noche
Alejandra Pizarnik
Poco sé de la noche
pero la noche parece saber de mí,
y más aún, me asiste como si me quisiera,
me cubre la existencia con sus estrellas.
Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.
Tal vez la noche es nada
y las conjeturas sobre ella nada
y los seres que la viven nada.
Tal vez las palabras sean lo único que existe
en el enorme vacío de los siglos
que nos arañan el alma con sus recuerdos.
Pero la noche ha de conocer la miseria
que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas.
Ella debe arrojar odio a nuestras miradas
sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.
Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.
Su lágrima inmensa delira
y grita que algo se fue para siempre.
Alguna vez volveremos a ser.

Poema de los dones
Jorge Luis Borges
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.

Historia de la noche
Jorge Luis Borges
A lo largo de sus generaciones
los hombres erigieron la noche.
En el principio era ceguera y sueño
y espinas que laceran el pie desnudo
y temor de los lobos.
Nunca sabremos quién forjó la palabra
para el intervalo de sombra
que divide los dos crepúsculos;
nunca sabremos en qué siglo fue cifra
del espacio de estrellas.
Otros engendraron el mito.
La hicieron madre de las Parcas tranquilas
que tejen el destino
y le sacrificaban ovejas negras
y el gallo que presagia su fin.
Doce casas le dieron los caldeos;
infinitos mundos, el Pórtico.
Hexámetros latinos la modelaron
y el terror de Pascal.
Luis de León vio en ella la patria
de su alma estremecida.
Ahora la sentimos inagotable
como un antiguo vino
y nadie puede contemplarla sin vértigo
y el tiempo la ha cargado de eternidad.
Y pensar que no existiría
sin esos tenues instrumentos, los ojos.

Poemas de amor 4
Darío Jaramillo Agudelo
Algún día te escribiré un poema que no mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores, que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones, con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.

14/4/14

Sí, quise ser Simone de Beauvoir

Sí, quise ser Simone de Beauvoir. 
Lo confieso este 14 de abril en que se recuerda un aniversario más de su muerte. He contado otras veces que pocas cosas me emocionaron más que el permiso de mis padres, cuando cumplí doce años, para leer todo lo que quisiera de la biblioteca de la casa, la de los adultos. ¡Todo lo que quisiera! ¿Se imaginan qué maravilla? Así que me lancé a leer sin orden pero con pasión lo que me resultaba más atractivo en ese momento: Cortázar y Roberto Arlt del lado de los argentinos, Arthur Miller y Tenesee Williams por el lado del teatro (en esa época pensaba que sería actriz), en una genial colección que publicaba Losada, Alfonsina Storni (por aquello de que se había suicidado frente al hotel que mi bisabuelo tenía en La Perla), Horacio Quiroga porque en la escuela no nos dejaban leer más que los Cuentos de la Selva… En fin, me volví una lectora tan caótica como he seguido siéndolo a lo largo de los años. Sospecho que entendía poco de las páginas y páginas que devoraba, pero como sabemos (Sylvia Molloy lo ha explicado mejor que nadie) “el lector” y “el escritor” surgen también de una pose. Y a mí, esa pose –la de la chica que lee trepada a las ramas de algún árbol, o tirada en el sillón del living- me encantaba.
Pero llegó el verano de 1974 con mis catorce años y un aburrimiento feroz. Me aburría como uno sólo se puede aburrir en la adolescencia: con todo el cuerpo. Me aburría en el club, me aburría en casa, me aburría con la gente, me aburría sola… Fue entonces cuando mamá bajó de uno de los estantes “Memorias de una joven formal”. ¿Astuta, mi madre, no? Pasé del aburrimiento a la obsesión: yo quería ser como esa chica y estudiar y leer y escribir y discutir de filosofía. Aunque “El segundo sexo”, que leí varios años después, fue clave para mí como para todas las mujeres desde que se publicó, siempre preferí su obra narrativa: “La invitada”, “Los mandarines”, “La mujer rota”, “Una muerte muy dulce”, “La ceremonia del adiós”
París estaba lejos, yo nací cuando Simone tenía más de cuarenta años, no me interesaba demasiado Sartre, pero el puente que mi madre tendió entre ella y yo fue de complicidades absolutas, de un compromiso con las mujeres que no necesitaba de etiquetas entonces ni las necesita ahora, de amor por las palabras.

Sí, confieso que quise ser Simone de Beauvoir.

8/4/14

9 de abril



A fines de mayo de 2006 hice el viaje más difícil de mi vida. A Buenos Aires. A mamá iban a operarla para sacarle un pequeño quiste y nos había pedido a los cuatro hijos que estuviéramos acompañándola. Si la distancia siempre es un horror, se vuelve intolerable cuando le pasa algo a nuestra gente querida. Así que volé en el primer avión que encontré, sin imaginar que mi vida iba a cambiar para siempre. El resultado de la biopsia fue implacable: en realidad el quiste era la metástasis de un cáncer contra el cual no se podía hacer ya nada.
La mayor parte de ustedes no conoció a mi mamá, por eso no saben que era una mujer alegre, sonriente, optimista. Y en realidad no dejó de serlo hasta el último minuto de su vida, dos meses después de que recibiéramos el brutal diagnóstico. Sus fantasmas interiores no aparecían en la vida cotidiana sino en las esculturas fuertes, desgarradas y maravillosas que hacía en madera, tan suaves que daban ganas de acariciarlas. Allí sí aparecían la dictadura, la violencia, los cuerpos de mujeres asesinadas, su compromiso con los derechos humanos, con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Cuando a los sesenta y tantos años ya no pudo seguir tallando, se volcó hacia la pintura, y dejando de lado los fantasmas, fue los suyos cuadros luminosos, de colores brillantes. ¿De dónde sacaba tanta alegría?
Incluso en esos últimos dos meses fue la mujer sonriente y generosa de siempre. Quería que estuviéramos junto a ella todo el tiempo; y nosotros no queríamos separarnos ni un instante. Le compramos un sillón muy cómodo en el que podía estar casi acostada y se instaló en la sala (el “living”, como bien explica Mafalda) durante día y noche para no perderse nada de la dinámica familiar: mi hija, nosotros, nuestras parejas, los amigos más cercanos, mi papá, los primos… todos hicimos de la casa la fiesta de voces, charlas y complicidades que ella siempre amó. Su sueño fue tener una familia grande y ahí estábamos, convertidos en una familia enorme y solidaria. Por turnos nos íbamos a llorar al cuarto de al lado porque todos sabíamos (¿lo sabía también ella?) que ésa era la despedida. Seguíamos brindando por la vida. “Lejaim” (“por la vida”) nos enseñó a decir, como brindaban en idisch nuestros abuelos y los abuelos de nuestros abuelos.
Uno de esos días le pedí que me cantara algunas de las canciones rusas que cantaba cuando era chica. Sus padres habían nacido en Odesa y en Minsk, y aunque se sentían porteños de pura cepa, hablaban idsich y ruso, como tantos otros. La grabé. Tengo largos minutos de su voz y sus canciones. Nunca he podido ve esos videos. Quizás algún día pueda hacerlo. Quizás se los herede a mis nietos antes de encontrar la fuerza necesaria para verlos. Pero ahí están y me hace feliz tenerlos. Son una suerte de talismán contra el pánico que me da olvidarme de su voz.

Había nacido el 9 de abril de 1937. Hace 77 años.

24/3/14

Día de la memoria 24 de marzo 1976 - 24 de marzo 2014



Mis tres sobrinos, Santiago, Lucía y Sebastián, estuvieron hoy en la marcha del Día de la Memoria. Llevan los retratos de Rina Menna, esa abuela, que los hubiera adorado si la dictadura no la hubiera asesinado cuando tenía 27 años. Y de Domingo Menna, el tío cuya ausencia también llevan en la piel.
Todos tenemos historias amputadas, todos tenemos recuerdos doloridos. Los tres chicos heredan esas historias y esos recuerdos, pero también la capacidad de lucha y de indignación.
No olvidamos. No perdonamos.

19/3/14

Escribo un artículo sobre "sitios de memoria" en Argentina; sobre los más de 500 centros clandestinos de detención, tortura y exterminio de la última dictadura militar. Con el mismo dolor y la misma indignación que nació en 1976, pero celebrando el excepcional trabajo realizado en estos años por los organismos de derechos humanos.
Así voy a recordar el aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo.
Por la memoria. Por la justicia.
Por los que están. Por los que no están.


8/3/14

¿Día de la mujer?


"Quien no fue mujer ni trabajador cree que el pasado
fue un tiempo mejor", María Elena Walsh

Sólo el 1% de la tierra escriturada del mundo tiene como propietaria a una mujer. En promedio, las mujeres ganan 17% menos que los hombres en trabajos de tiempo completo. 85 millones de niñas en el mundo no pueden ir a la escuela y el 67% de los analfabetas del mundo son mujeres (datos de Ana Francisca Vega). Por datos como éstos -y muchos otros igualmente atroces- y porque hace tiempo que le perdí el miedo a las palabras, soy feminista:


Soy feminista porque considero que, aunque hemos avanzado mucho como sociedad en términos de equidad, aún hay fuertes desigualdades entre hombre y mujeres, y considero que es mi compromiso y mi obligación seguir luchando para que desaparezcan.
Soy feminista porque quiero que todas las mujeres puedan estudiar y desarrollarse.
Soy feminista porque quiero que puedan disponer y disfrutar de su cuerpo libremente sin pensar o sentir que ningún hombre, ideología o institución, puede apropiarse de él sin su consentimiento.
Soy feminista porque estoy convencida de que las mujeres y los hombres pueden reinventar juntos su identidad y su modo de relacionarse.
Soy feminista porque no deseo que nadie sea víctima de la violencia o la discriminación sexista.
Soy feminista porque no quiero que ninguna mujer viva con miedo dentro o fuera de su casa.
Soy feminista porque hay millones de niñas en nuestro país que nunca tendrán la oportunidad de salir de la pobreza.
Soy feminista porque los feminicidios cubren de sangre este México nuestro.
Soy feminista porque creo en las complicidades femeninas y la “sororidad”
Soy feminista porque creo que sólo con la inclusión de las mujeres y el respeto a sus derechos lograremos construir un mundo mejor.
Soy feminista porque sé que en todas las clases y sectores sociales hay mujeres poniendo su energía y su creatividad para que la realidad sea cada vez mejor para todas.
Soy feminista porque me sorprenden y me enorgullecen las ideas de las más jóvenes.
Soy feminista por la lucha cotidiana de mi madre y de todas las madres de este país.
Soy feminista por los sueños de mi hija y de todas las hijas de este país.



Soy mujer y eso es lo único que importa ahora…


Sandra Lorenzano


Mi nombre es Esther pero eso no importa. Soy zapatista pero eso tampoco importa en este momento. Soy indígena y soy mujer y eso es lo único que importa ahora. Comandanta Esther, en la Cámara de Diputados, el 28 de marzo de 2001.

Me pidieron que hablara de mi experiencia personal. Si miro a mi alrededor, tengo que reconocer que pertenezco a un mundo privilegiado. Eso me obliga a abrir los ojos, a salir de mi caparazoncito protector, a ser consciente, a hablar desde la responsabilidad y la ética. Por eso cuando me pidieron que hablara de mi experiencia personal, pensé que lo que valía la pena era compartir con ustedes aquello que el mundo me enseña cada día. Las luchas, los dolores, las esperanzas de esas otras mujeres de las que aprendo cada día.

1.
Espacios vacíos. Objetos abandonados. Blanco y negro en algún cuerpo que apenas alcanza a distinguirse sobre la tierra. Ropa tirada. Polvo. Tierra reseca. Soledad y más soledad.
Cada imagen es un golpe en la boca del estómago. Un golpe a la conciencia. Ganas de gritar. De llorar. De abrazarlas. El horror de la violencia hacia las mujeres condensado en unas pocas fotografías. Las tomaron ellas mismas. Las mujeres golpeadas, las mujeres violadas. Las que lograron salir con vida.
Alguien pensó que una cámara fotográfica podría ser un buen instrumento de reconstitución del espacio íntimo, de la autoestima. Un modo de recuperar el propio rostro ante el espejo, la propia piel, la mirada. Un camino para recuperar la dignidad.
Y nació así un taller de fotografía que invitaba a las mujeres a hablar por medio de las imágenes. Porque a veces las palabras huyen ante tanto dolor y no hay modo de decir lo que se siente. No hay palabras para la impotencia, la furia, la tristeza. No hay palabras para la ignominia.
El proyecto podía haberse realizado en cualquiera de los estados de nuestro país. Poco importa dónde. La violencia es la misma en prácticamente todo el territorio nacional.
Las sobrevivientes tomaron una cámara en sus manos y nos cuentan una historia. Su historia.
¿Son imágenes de la frontera norte donde las mujeres mueren a manos del desprecio, del machismo protegido por leyes no escritas? ¿O quizás de la frontera sur donde las mexicanas y las migrantes son objeto de brutales persecuciones y crímenes?
Las sobrevivientes tuvieron una cámara en sus manos. Se llaman Gabriela, o Laura, o Noemí. Vemos espacios vacíos. Objetos abandonados. Blanco y negro en algún cuerpo que apenas alcanza a distinguirse sobre la tierra. Ropa tirada. Polvo. Tierra reseca. Soledad y más soledad.

2.
Rosario ha perdido ya varios embarazos. Por la mala alimentación, le han dicho en la clínica a la que llega después de varias horas de caminata. Por el trabajo duro. Ella ve que su hermana, su cuñada, sus primas, sus amigas, trabajan tan duro como ella, se alimentan con las mismas tortillas y los mismos frijoles. Por eso se cuida tanto esta vez. Manuel es bueno con ella. La ayuda a cargar las cubetas de agua. Se lleva desde temprano la comida a la milpa. Ella se queda en la casa cuidando las gallinas, cuidando el cochino. Hasta le da tiempo de tejer un rato la chambrita verde agua que empezó el jueves. Esta vez sí verá nacer a su hijo. Está segura. Ese día su madre pasa por ella. “Vente Chayo, vamos a misa. Hay que pedir por el bebé. Mi comadre Matilde ya está allá”. Es 22 de diciembre de 1997. ¿Cómo imaginar entonces que la pequeña iglesia será asaltada por los paramilitares? ¿Cómo imaginar que Rosario y su madre serán asesinadas juntos a otras cuarenta y tres personas? En la iglesia. Mientras rezan.
Los habitantes de Acteal pasan la más triste de sus navidades.
Alguien dice al despedir los cuerpos: “Ellos, nuestros padres y madres, harán que se cumpla el sueño de la justicia. Su sangre regará nuestro suelo, nuestra milpa, nuestra casa, para que la paz amanezca y brille la justicia”.

3.
“Esa tarde, Paloma salió muy guapa a la escuela. Pero ya no regresó. Tenía la ilusión de estudiar, de ser alguien. Su desaparición me cambió la vida.”, dice Norma Ledezma, coordinadora del grupo Justicia para Nuestras Hijas.
La madre de Yesenia llora ante la cámara. A la de Claudia se le quiebra la voz. Julieta. Gloria. Irene. Silvia. Miriam. Son los nombres de algunas de los cientos de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Las madres piden justicia.   “Nuestras hijas de regreso a casa”, “Mujeres de Juárez”, “Ni una más”, son los nombres de algunos de los grupos que luchan contra el brutal feminicidio. Hay películas, libros, canciones, poemas, obras de teatro. ¿Y justicia?
Escribe Marisela Ortiz, fundadora de “Nuestras hijas…”, “En Ciudad Juárez desaparecen mujeres y no se vuelve a saber más de ellas, a menos que sus raptores decidan hacer aparecer sus cuerpos sin vida y con evidencias claras de haber sido brutalmente torturadas y asesinadas, violadas de manera  tumultuaria y arrancadas partes de su cuerpo o quemadas. Es un dolor terrible para esta sociedad. ¿No hay nada que mueva a quienes pueden hacer algo al respecto?”
Ser mujer en Ciudad Juárez es más peligroso que en otro lugares del país. Allí la violencia deja su marca, desde hace años, sobre los cuerpos femeninos. Cuerpos desechables, cuerpos prescindibles en el aparato productivo, cuerpos borrables del imaginario social, cuerpos disponibles para los “más hombres”. ¿Qué es finalmente una mujer? ¿Qué es una mujer si además es pobre? ¿Qué es sino un territorio para que el poder disponga de él a su antojo?
Los crímenes siguen sin aclararse. Y como la impunidad genera más impunidad, continúan apareciendo cadáveres. La misoginia llevada al más aterrador nivel de crueldad sigue alimentándose de cuerpos de mujeres de la frontera. ¿Cómo entender el horror de una sociedad que escribe la violencia, la intolerancia, la prepotencia en los cuerpos de sus mujeres?
Pero ese horror, lo sabemos, no reina sólo en Juárez. Los datos de nuestro país son aberrantes. Vergonzosos. Dolorosos. El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio señaló que entre 2009 y 2010 hubo un total de 1,728 homicidios dolosos de mujeres en 18 estados de México. El 53 por ciento de las agresiones corresponden a mujeres de entre 21 y 40 años de edad, el 57 por ciento de los cuerpos fueron encontrados en la vía pública y el 60 por ciento tenía severas marcas de violencia. Asesinadas por el solo hecho de ser mujeres. ¿Dónde? ¿En Chihuahua? ¿En el Estado de México? ¿En Oaxaca? ¿En Guerrero? ¿En Tamaulipas? El territorio del machismo y la impunidad es vasto. Oscuro.
¿Quiénes eran? ¿Niñas? ¿Adolescentes? ¿Campesinas? ¿Obreras? ¿Maestras? ¿Periodistas? ¿Trabajaban en la maquila? ¿En la milpa? ¿Tenían hijos? ¿Tenían sueños?  Una lista de nombres es una estadística. Un nombre es un dolor; una tristeza clavada para siempre en el alma.
Yo, como Anna Ajmátova en su desgarrador poema “Réquiem”, quisiera nombrarlas a todas: Paloma. Yesenia. Julieta. Gloria. Irene. Silvia. Claudia. Miriam. Patricia. Adriana. Teresa. Brenda. Todas son nuestras muertas.

4.
“Decidí que tenía que tratar de llegar a Estados Unidos cuando vi que no tenía ni para comprarles a mis hijos lo que necesitan para la escuela. Quiero que ellos tengan lo que yo no pude tener”, dice una mujer hondureña en el documental “Los invisibles”, de Marc Silver y Gael García Bernal, y continúa: “Lo que más miedo nos da son los secuestros, porque no tenemos dinero para pagar el rescate”.
El “sueño americano” vuelto pesadilla en la frontera sur de nuestro país: extorsiones, asaltos, violaciones. Se calcula que 6 de cada 10 mujeres son abusadas sexualmente en su viaje al norte. Como Dalila, de El Salvador, que tiene sólo 17 años, violada delante de sus compañeros de viaje.
Mariela es una muy joven psicóloga que trabaja como voluntaria en uno de los albergues de migrantes. “Es muy difícil este trabajo – dice -. No hay día que no sienta ese dolor, ese malestar. A una jovencita hondureña, embarazada de dos meses, y que viene con su pareja, la violaron tres hombres en el basurero. Muchas de las migrantes se inyectan una solución anticonceptiva antes de salir de sus países, porque saben lo que les espera en el camino”.
Dicen que la frontera es violenta. Lo es más si se es pobre, lo es más si se es mujer. La Casa del Migrante de San Marcos (Guatemala) calcula que diariamente llegan a la zona fronteriza unos 400 indocumentados centroamericanos y que de ellos el 40 por ciento son mujeres. Las redes de trata de personas son otro de los riesgos que enfrentan. La Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas para América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés) reporta que la trata afecta a 6 de cada 10 mujeres en su paso por México.
El tráfico de personas es el segundo negocio más rentable del mundo. Superado por el narcotráfico y seguido por la prostitución, la pornografía y el tráfico de armas. De las mujeres que sobreviven al peligroso cruce de la frontera y a la violencia de los polleros, y de las autoridades estatales, federales y municipales, la mayor parte suele quedar atrapada en los alrededor de mil bares, centros nocturnos y prostíbulos que han proliferado en esta zona, a uno y otro lado de la frontera. Ahí, la principal “empresa” es la explotación sexual de las migrantes; incluidas niñas de diez y doce años.
El feminicidio se ha convertido en una práctica regular, constante y tolerada – e incluso propiciada y avalada – por las autoridades pertinentes. Los cuerpos de mujeres tienen cada vez menos valor en nuestro país. En esta madre tierra, “matria” cruel manchada por la sangre de sus hijas.

5.
“Pregunta el reportero, con la sagacidad
que le da la destreza de su oficio:
- ¿Por qué y para qué escribe?

- Pero, señor, es obvio. Porque alguien
(cuando yo era pequeña)
dijo que gente como yo no existe.
Porque su cuerpo no proyecta sombra,
porque no arroja peso en la balanza,
porque su nombre es de los que se olvidan.
Y entonces... Pero no, no es tan sencillo.

Escribo porque yo, un día, adolescente,
Me incliné ante un espejo y no había nadie.
¿Se da cuenta? El vacío. Y junto a mí los otros
chorreaban importancia (...)”

Sin duda, las mujeres vivimos, trabajamos, compartimos palabras y abrazos, amamos, luchamos, escribimos, para encontrar nuestro rostro al inclinarnos ante un espejo, para proyectar sombra, para pesar en la balanza, para saber nuestro nombre, para desafiar el vacío, para conocer nuestro cuerpo, para recuperar nuestra voz. Descendientes todas de Lilith – la primera desaparecida de la historia - y de su atrevimiento. Como ella, pensamos que tenemos derecho a la palabra, derecho a nombrar, derecho al logos. Como ellas, estamos convencidas de que podemos y debemos decidir sobre nuestro propio cuerpo, sobre  nuestro placer. Como Lilith pensamos que tenemos los mismos derechos que Adán.
Pero hay quienes aún hoy, en pleno siglo XXI, quieren para las mujeres el mismo destino de Lilith: borrarlas de la historia.
Mientras no haya justicia para las mujeres asesinadas, mientras sigan siendo perseguidas, maltratadas, violadas, humilladas, dentro y fuera del hogar; mientras no puedan ser dueñas de su cuerpo, mientras ganen salarios inferiores a los de los hombres, mientras no puedan andar libremente por las calles, mientras no se les permita expresar lo que sienten, lo que piensan, la nuestra será un democracia desigual, injusta, dolorosamente incompleta.

27/2/14

El alma nace en la voz de Marian Anderson

Un día como hoy, 27 de febrero, pero de 1897 nacía en Filadelfia una de las mayores cantantes de la historia: la excepcional contralto Marian Anderson. 
Amo lo que esta mujer es capaz de hacer con la voz. Esta pieza de "La pasión según San Mateo" de Bach, que me hace llorar sin parar desde el primer acorde, me acompañó durante la escritura de la novela "Saudades". Todos los días. Porque hay gente, palabras, voces, melodías que nos dicen justamente aquello que estamos necesitando en ese momento. 
















Marian Anderson fue la primera cantante lírica de color, y una luchadora por los derechos de las mujeres y de los afroamericanos. Escuchen esta historia: 
"Cuando al regreso a EE.UU. (después de un viaje por Europa) en 1939 la organización Hijas de la Revolución le impidió dar un recital en el Constitution Hall de Washington reservado sólo a artistas blancos. El hecho provocó un escándalo de proporciones inesperadas. Para desagraviarla, la primera dama Eleanor Roosevelt renunció a la institución y organizó un concierto histórico en la plaza del Monumento a Lincoln que congregó a más de 75,000 espectadores.". Aquí una filmación hecha en ese concierto:
















En mi propia vida se volvió un personaje tan importante que Mariana mi hija siempre cuenta que su nombre se lo debe a Marian Anderson. Y, sin duda, así es.

No sé ustedes, pero yo dedicaré esta noche a disfrutar esta voz de ángel, y a llorar mientras la disfruto. Sencillamente porque no puedo evitarlo, porque me llega allí donde nacen todas las lágrimas, las de felicidad y las otras. 
Tal vez ahí, justamente ahí, esté el alma.


24/2/14

Feliz día de la bandera o cómo sobrevivir siendo una nerd


Sí, para qué ocultarlo a esta altura de la vida: he sido siempre una nerd (creo que lo sigo siendo). Estudiaba como loquita, sacaba buenas calificaciones, me aterraba el destrampe, me aburría en las fiestas y mi lugar favorito era donde pudiera leer en paz (todavía es así). En fin: in-so-por-ta-ble. Pero, eso sí: abanderada. 
A diferencia de lo que le pasó a mi papá que por ser el más petiso de su clase no pudo desfilar en 5to año como abanderado por las calles de Trenque Lauquen, y en su lugar lo hizo un zapallo de 1.80, se ve que en mi escuela no discriminaban por la altura, así que hicieron caso omiso de que yo a los doce años apenas llegaba al metro 40, me pusieron la banda celeste y blanca (que obviamente me llegaba hasta las rodillas) y calzaron la bandera. No sé qué recuerdo más, si el orgullo que me daba ser abanderada -más bien la felicidad que me daba que mi mamá me mirara con orgullo-, o lo difícil que era subirla y bajarla de la banda. Tocan el himno: subirla. Habla la directora: bajarla. Y ahora a cantar Aurora: subirla. Los de primaria van a bailar el Pericón Nacional: bajarla. ¡Pucha digo! Cuando leí Un comunista en calzoncillos de Claudia Piñeiro recordé esos sábados o domingos en que teníamos que volver del club para que yo me pusiera el guardapolvo, los mocasines negros bien lustrados y las medias tres cuartos azules, y fuéramos al patio del colegio a congelarnos. No sé si ustedes son conscientes de que todas las fiestas patrias argentinas caen en invierno: 25 de mayo, 20 de junio, 9 de julio. Vocación por el frío tenían nuestros héroes. 
Pero yo que además de nerd siempre he sido cursi, me sentía la reencarnación de la patria. Sólo me faltaba el gorro frigio. Y sí, soy capaz de llorar cantando el himno. Sobre todo si lo toca Charly García. O viendo a los chicos de la película “La deuda interna” sacudiendo la banderita “made in China” durante el Mundial del 78. Y también soy capaz de putear a los que creen que el himno y la bandera son propiedad de  “la oligarquía”, “las fuerzas armadas”, “los fachos”. ¿Por qué tendríamos que darles el monopolio de los símbolos? Aclaro que con La Internacional también “se me pianta un lagrimón”. Lo aclaro por las dudas. Nunca falta el suspicaz, ¿verdad?

Todo esto es para contarles que mi “nerdez” y mi cursilería llegaron conmigo a México, y que para mí no hay mejor vista de esta entrañable ciudad que la que tengo cada mañana al doblar por 20 de noviembre, de camino al Claustro, y ver a lo lejos, sobre la plancha del Zócalo, la enorme bandera que allí ondea. Así que: feliz 24 de febrero para todos nosotros, los que creemos que los símbolos no tienen dueño, y si lo tienen somos nosotros: los de a pie. Buen momento para recordar la anécdota del niño criado en el exilio, que cuando sus padres regresaron a Argentina alguien le preguntó: ¿Sabés el himno? Claro, contestó, “Argentinos al grito de guerra…”.  

21/2/14

Decir "Te amo"


En el Día Internacional de la Lengua Materna, celebremos que México, con 68 lenguas originarias y 364 variantes,  es uno de los 10 países más ricos en diversidad lingüística.

Pero, cuidado, porque muchas de estas lenguas se encuentran en riesgo de desaparición. Y cuando muere una lengua, muere un mundo: un modo de mirar el universo, de arrullar a los hijos, de decir "te amo":


 ni mitz tlazohtla (náhuatl)
 in k’aatech (maya)
 io kuniuchu (mixteco)
 nadxieelii, xamigua (zapoteco)
 'naana 'nO (chinanteco)
 ntsëj kypts mejts (mixe)
 ni endë´k (chichimeco jonás)


19/2/14

Travesía nocturna 2: André Gide

En el aniversario de la muerte de André Gide, comparto con ustedes este estupendo documental, y un enlace a Los monederos falsos 
http://www.bahiamasotta.com.ar/textos/2c17.pdf
¡Genial!



18/2/14

Travesía nocturna 1: De gatos y otras hierbas

Quienes me conocen saben que soy llorona. Y cada vez más. Hay días en que llorar es también una manera de recordar. Hoy comí con un grupo de amigas y brindamos por la vida, “Lejaim”, dijimos, como le gustaba decir a mi mamá. Brindamos porque murió hace pocos días Delia Ferreyra, una de las madres más queridas del exilio. El brindis y las lágrimas fueron nuestra manera de acompañar a Marta en su tristeza.
Cuando llegué a casa me enteré de que acababa de morir Biko, el gato consentido de nuestra Vicerrectoría, el que, bautizado con el nombre del luchador por los derechos humanos, había hecho de nuestras oficinas su hogar. Volví a llorar, claro. Porque no saldrá mañana a recibirnos, porque no se tirará frente a la puerta a tomar el sol del mediodía, y porque cuando nuestra nieta llegue y pregunte con su vocecita maravillosa ¿Biko? ¿Biko? no sabré qué decirle.

Quienes me conocen saben que también me estoy volviendo cursi. Llorona y cursi. Insoportable. Pero era obvio que me iba a pasar: pensar en mamá, en sus gatos que siguieron durante mucho tiempo buscándola en su taller; en Tobías que acompañó los primeros años de mi hija en un pueblito del norte argentino y un buen día decidió irse. Chau. Se fue. Cambió de vida. Y yo supe que era el momento de agarrar a mi nena, mis libros y mi mochila y salir también a buscar otra vida.
En la mañana leí una hermosa frase de Heine que dice que el libro es la patria portátil de los judíos. ¿Será que la “maletita de los afectos” de la que tanto me gusta hablar no es más que la patria portátil que me ha acompañado durante toda la vida?
Y de gato en gato, de recuerdo en recuerdo, de hogar en hogar, llegué al genial Ulises, hermano del alma de mi perra Lola, que suele preferir, por sobre todos los lugares del mundo, acurrucarse en la almohada de Mariana para velar su sueño. 

Y a la pequeña Nina que llegó para enseñarnos a todos que la rebeldía y la independencia son los únicos valores de su adolescencia felina.

Lejaim.

30/1/14

La muerte se ha ensañado con los poetas este enero

Descanse en paz, Félix Grande.














Si tú me abandonaras


Si tú me abandonaras te quedarías sin causa
como una fruta verde que se arrancó al manzano,
de noche soñarías que te mira mi mano
y de día, sin mi mano, serías sólo una pausa;

si yo te abandonara me quedaría sin sueño
como un mar que de pronto se quedó sin orillas,
me extendería buscándolas, con olas amarillas,
enormes, y no obstante yo sería muy pequeño;

porque tu obra soy yo, envejecer conmigo,
ser para mis rincones el único testigo,
ayudarme a vivir y a morir, compañera;

porque mi obra eres tú, arcilla pensativa:
mirarte día y noche, mirarte mientras viva;
en ti está mi mirada más vieja y verdadera.

Lee todo en: Si tú me abandonaras - Poemas de Félix Grande http://www.poemas-del-alma.com/felix-grande-si-tu-me-abandonaras.htm#ixzz2rtawyMZE

14/1/14

Chau, querido Juan


¡Cuánta falta nos vas a hacer, querido Juan! Vamos a tu poesía una y otra vez, buscando tu voz. Buscándote.


Alza tus brazos...

Alza tus brazos,
ellos encierran a la noche,
desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.

Que la noche nos cubra con una campana,
que suene suavemente a cada golpe del amor.

Entiérrame la sombra, lávame con ceniza,
cávame del dolor, límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.

Tú destruyes el mundo para que esto suceda
tu comienzas el mundo para que esto suceda.



Ausencia de amor

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.



Certezas

A ver cómo es.
Estaba quieta la inquietud por una vez.
La desazón en sazón y
¡cómo se parecía el mundo a Gerarda
envuelta en sensaciones de encaje!
Las palabras chocan contra la tarde
                         /y no la descomponen.

La furia no me deja solo conmigo.
Habrá que recortar la sombra militar.
¡Camaradas especialistas en esperar cansancios:
apaguen el amor dudoso
que baja humilde y despacito!

Hasta el revés del cosmos morirá!




Comentario I
                                                         
                                                      (Santa teresa)

querido amor que partís como un pájaro
acostado sobre los horizontes
¿estará bien darnos todos al todo/sin
ser parte de nada/ni siquiera del vuelo que

te lleva?/¿piensan hermanas y hermanos
que rodeando se puede llegar/o
partiendo y quedándose a la vez se llega
a la unidad buscada como manjar celeste?

o sea/dura es la vida o esta
salud que cavo para encontrarte como luz!
o palabra/ramita donde te poses como
la mano tuya sobre mi corazón







Costumbres

no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal







El juego en que andamos

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.







Epitafio

Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.

Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.

¡Digo que el hombre debe serlo!

Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.







Escribo en el olvido...

Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.







Fábricas del amor

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.







Gotán

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.







La economía es una ciencia

En el decenio que siguió a la crisis
se notó la declinación del coeficiente de ternura
en todos los países considerados
o sea
tu país
mí país
los países que crecían entre tu alma y mi alma
de repente duraban un instante y antes de irse
o desaparecer dejaban caer sábanas
llenas de nuestros sexos
que salían volando alrededor como perdices.
¿Quiere decir que cada vez que hicimos el amor
dejábamos nuestros sexos allí,
y ellos seguían vivitos y coleando como perdices suavísimas?
Qué raro, mirá que lavábamos las sábanas
con subordinación y valor
para que los jugos de la noche pasada
no inauguraran el pasado
y ningún pasado pusiera una oficina entre nosotros
para ordenarnos el hoy
porque el alma amorosa es desordenada y perfecta
tiene mucha limpieza y lindura
se necesita todo un Dios para encerrarla
como le pasó a Don Francisco
que así pudo cruzar el agua fría de la muerte.
Es bien raro eso de nuestros sexos volando
pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo
y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia
y dulzura y valor
me parecía oír un pajarerío en el bosque de vos
como amor encendiendo otro amor,
o más, es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban
y se ponían a dar vueltas entre ellos
como maripositas encandiladas por el fuego
y se querían morir de nuevo
buscando incesantemente la libertad
y había un país entre la vida y la muerte
donde todo era consolación y hermosura
y no poseíamos nuestro corazón
y nuestros sexos se perdían como almas en la noche
y nunca más los volvíamos a ver para entender
estudio los índices de la tasa de inversión bruta
los índices de la productividad marginal de las inversiones
los índices de crecimiento del producto amoroso
otros índices que es aburrido hablar aquí
y no entiendo nada.
La economía es bien curiosa
al pequeño ahorrista del alma lo engañan en Wall Street
los sueldos de la ternura son bajos
subsiste la injusticia en el mercado mundial del amor,
el aprendiz está rodeado de nubes que parecen elefantes,
eso no le da dicha ni desdicha
en medio de las razones
las redenciones
las resurrecciones.
Se lleva el alma a la nariz para sentir tus perjúmenes
estoy viendo volar los pajaritos que te salían del sexo
mejor dicho
de más allá todavía
de todo lo que valías
o brillabas
o eras
y dabas como jugos de la noche.







La muchacha del balcón

La tarde bajaba por esa calle junto al puerto
Con paso lento, balanceándose, llena de olor,
Las viejas casas palidecen en tardes como ésta,
Nunca es mayor su harapienta melancolía
Ni andan más tristes de paredes,
En las profundas escaleras brillan fosforescencias como de mar,
ojos muertos tal vez que miran a la tarde como si recordaran,
eran las seis, una dulzura detenía a los desconocidos,
una dulzura como de labios de la tarde, carnal,
                                                                carnal,
los rostros se ponen suaves en tardes como ésta,
arden con una especie de niñez
contra la oscuridad, el vaho de los dancings.

Esa dulzura era como si cada uno recordara a una mujer
Sus muslos abrazados, la cabeza en su vientre,
El silencio de los desconocidos
Era un oleaje en medio de la calle
Con rodillas y rostros de ternura chocando
Contra el "New Inn", las puertas, los umbrales de color abandono.

Hasta que la muchacha se asomó al balcón
de pie sobre la tarde íntima como su cuarto con la cama deshecha
donde todos creyeron haberla amado alguna vez
antes de que viniera el olvido.







La puerta

abrí la puerta/amor mío
levantá/abrí la puerta
tengo el alma pegada al paladar
temblando de terror

el jabalí del monte me pisoteó
el asno salvaje me persiguió
en esta media noche del exilio
soy yo mismo una bestia







La rueda

El arco o puente que va
de tu mano a la mía cuando
no se tocan, abre
una flor intermedia.
¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca
ese vacío de las manos
solas en su fatiga?
Nace una flor, sí,
se agosta en mayo como una
equivocación de la lengua
que se equivoca , sí.
¿Por qué este horror?
En la página de nosotros mismos
tu cuerpo escribe.








La secreta dulzura del dolor...

la secreta dulzura del dolor
es transparencia/sale
de la furiosa resignación del sueño/
suena en la boca del perdido

en su origen/en su
rumor de existencia que
le clava la cabeza al gran espanto/
al doble andar/al doble hilo/a la

no verdad del estar como no estar/
el vuelo torpe que los cría/
lo que rompe la luz/memoria

confusa por sus números/
pecho que dura como huella/
la nada que te ama/







Límites

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.







Lo que cava

La sangre corcovea
en todos los rincones, en
el alma superior, en su orgullo,
en los perros con olor a furia.
El ser amado convierte
la humillación en asombro y vengo aquí
para decir que te amo. El domingo
del payaso prueba la desolación.
La emoción contra la pared
espera que la fusilen.
Nuestros cuerpos conocen esa pared.
Es una atadura del sol
que cava y cava.







Lo que pasa

Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
                                                       como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.






Mujeres

decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito debía tener unas 12397
mujeres en su mujer era difícil saber con quién trataba uno en ese pueblo de mujeres  ejemplo:

yacíamos en un lecho de amor
ella era un alba de algas fosforescentes
cuando la fui a abrazar se convirtió en singapur llena de perros que aullaban

recuerdo cuando se apareció envuelta en rosas de agadir
parecía una constelación en la tierra
parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra
esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha

como el sol que se ponía en su voz
en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer menos uno
y cuando se dio vuelta
su nuca era el plan económico
tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorables a la                                                                        dictadura militar
nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer
yo estaba ligeramente desconcertado
una noche le golpié el hombro para ver con quién era y vi en sus
                                                                         ojos desiertos un camello

a veces
esa mujer era la banda municipal de mi pueblo
tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba a desafinar
y los demás desafinaban con él
esa mujer tenía la memoria desafinada

usté podía amarla hasta el delirio
hacerle crecer días del sexo tembloroso
hacerla volar como pajarito de sábana
al día siguiente se despertaba hablando de malevich

la memoria le andaba como un reloj con rabia
a las tres de la tarde se acordaba del mulo que le pateó la infancia una noche del ser
                                                                                                                   ellaba mucho esa mujer y
la devoraron todos los fantasmas que pudo alimentar con sus miles de mujeres
y era una banda municipal desafinada
yéndose por las sombras de la placita de mi pueblo

yo  compañeros  una noche como ésta que nos empapan los rostros que a lo mejor morimos
monté en el camellito que esperaba en sus ojos y me fui de las costas tibias de esa mujer

callado como un niño bajo los gordos buitres que me comen de todo   menos el pensamiento de cuando ella se unía como un ramo de dulzura y lo tiraba en la tarde







Nota I

te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
noches y días con vos.
me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
te mostraré mi rabioso corazón.
te pisaré loco de furia.
te mataré los pedacitos.
te mataré uno con paco.
otro lo mato con rodolfo.
con haroldo te mato un pedacito más.
te mataré con mi hijo en la mano.
voy a venir con diana y te mataré.
voy a venir con jote y te mataré.
te voy a matar, derrota.
nunca me faltará un rostro amado para
matarte otra vez.
vivo o muerto/un rostro amado.
hasta que mueras
dolida como estás/ya lo sé.
te voy a matar/yo
te voy a matar.







Nota V

no echés a la tristeza del fogón/
siéntese aquí a mi lado/vieja/
usted nunca me va a dejar/
perdonemé si la olvidé

si anduve de rabia en rabia
saliendo de un muerto entrando
a otro muerto o mundo roto/
si así viaje todos estos años/

arrímese/tristeza/
que me hace tanta furia
y tanto puerto muerto y
necesito viajar/viajar







Nota XXII

huesos que fuego a tanto amor han dado
exiliados del sur sin casa o número
ahora desueñan tanto sueño roto
una fatiga les distrae el alma

por el dolor pasean como niños
bajo la lluvia ajena/una mujer
habla en voz baja con sus pedacitos
como acunándoles no ser/o nunca

se fueron del país o patria o puma
que recorría la belleza como
dicha infeliz/país de la memoria

donde nací/morí/tuve sustancia/
huesitos que junté para encender/
tierra que me entierraba para siempre.







Nota XXIV

                                      a ella

a la derrota o ley severa mi
alma sabió perder respeto/te amo/
cruza mi alma la agua fría donde
flotan los rostros de los compañeros

como envolvidos de tu piel la suave
o lámpara subida delicada
para que duerman delicadamente
subidamente en vos/llama que nombra

a cada sombra por su nido/dicha
o soledad de fuego para amor
donde descansen bellos mis muertitos

que siempre amaron rostros como vos
donde tu rostro avanza como vos
contra la pena de haber sido/ser






Nota XXVII

de lo posible a lo probable/del
sueño a la realidad hay como
mares/playas nocturnas donde
animales de pico descarnan
formas mojadas por los jugos
del corazón/así/viajamos
del pecho al seco sol que dora
la maravilla/o existir







Opiniones

Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.







Oración

Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una como mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.

Con esta sed quemándome.

La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.








Oración de un desocupado

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,!
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello







Otro mayo

cuando pasabas con tu otoño a cuestas
mayo por mi ventana
y hacías señales con la luz
de las hojas finales
¿qué me querías decir mayo?
¿porqué eras triste o dulce en tu tristeza?
nunca lo supe pero siempre
había un hombre solo entre los oros de la calle

pero yo era ese niño
detrás de la ventana
cuando pasabas mayo
como abrigándome los ojos

y el hombre sería yo
ahora que recuerdo







Poco se sabe

Yo no sabía que
no tenerte podía ser dulce como
nombrarte para que vengas aunque
no vengas y no haya sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara pensando en vos







PREGUNTAS

Ya que navegas por mi sangre
y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día
para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago,
por qué te necesito,
quien eres, muda, sola, recorriéndome,
razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí,
y abarcarte, acabarte,
mezclarme en tus cabellos
y eres única patria
contra las bestias del olvido.







Presencia del otoño

Debí decir te amo.
Pero estaba el otoño haciendo señas,
clavándome sus puertas en el alma.

Amada, tú, recíbelo.
Vete por él, transporta tu dulzura
por su dulzura madre.
Vete por él, por él, otoño duro,
otoño suave en quien reclino mi aire.

Vete por él, amada.
No soy yo él que te ama este minuto.
Es él en mí, su invento.
Un lento asesinato de ternura.







Saber

El poema nada en un viento y brilla.
No sabe quien es hasta
que lo arrastran aquí, donde
seguramente morirá
a la intemperie de las bestias.
Me gustaría entender a las bestias
para entender mi bestia. La
 realidad hace gemir con jadeos de animal.
¿Qué gracia fue ganada en su respiración?
Ninguna que no fuera perdida.
Abajo de lo suave crepita la sospecha.
En estas manos.







Sefiní

basta por esta noche cierro
la puerta me pongo
el saco guardo
los papelitos donde
no hago sino hablar de ti
mentir sobre tu paradero
cuerpo que me has de temblar







Si dulcemente por tu cabeza pasaban las olas...

si dulcemente por tu cabeza pasaban las olas
del que se tiró al mar/ ¿qué pasa con los hermanitos
que entierraron?/¿hojitas les crecen de los dedos?/¿arbolitos/
[otoños
que los deshojan como mudos?/en silencio

los hermanitos hablan de la vez
que estuvieron a dostres dedos de la muerte/sonríen
recordando/aquel alivio sienten todavía
como si no hubieran morido/como si

paco brillara y rodolfo mirase
toda la olvidadera que solía arrastrar
colgándole del hombro/o haroldo hurgando su amargura
[(siempre)
sacase el as de espadas/puso su boca contra el viento/

aspiró vida/vidas/con sus ojos miró la terrible/
pero ahora están hablando de cuando
operaron con suerte/nadie mató/nadie fue muerto/el enemigo
fue burlado y un poco de la humillación general

se rescató/con corajes/con sueños/tendidos
en todo eso los compañeros/mudos/
deshuesándose en la noche de enero/
quietos por fin/solísimos/ sin besos






Te nombraré veces y veces...

Te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con Paco.
Otro lo mato con Rodolfo.
Con Haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo  muertito.
Voy a venir con Diana y te mataré.
Voy a venir con José y te mataré.
Te voy a matar derrota.
Nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.
Vivo o muerto  un rostro amado
hasta que mueras
dolida como estás ya lo sé.
Te voy a matar  yo
te voy a matar.







Una mujer y un hombre llevados por la vida...

Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.


Dos joyas filmadas por mujeres

 En los días en que estuve a media máquina vi dos joyas filmadas por mujeres:  - "Atlantics", película franco senegalesa de Mati D...