27/2/14

El alma nace en la voz de Marian Anderson

Un día como hoy, 27 de febrero, pero de 1897 nacía en Filadelfia una de las mayores cantantes de la historia: la excepcional contralto Marian Anderson. 
Amo lo que esta mujer es capaz de hacer con la voz. Esta pieza de "La pasión según San Mateo" de Bach, que me hace llorar sin parar desde el primer acorde, me acompañó durante la escritura de la novela "Saudades". Todos los días. Porque hay gente, palabras, voces, melodías que nos dicen justamente aquello que estamos necesitando en ese momento. 
















Marian Anderson fue la primera cantante lírica de color, y una luchadora por los derechos de las mujeres y de los afroamericanos. Escuchen esta historia: 
"Cuando al regreso a EE.UU. (después de un viaje por Europa) en 1939 la organización Hijas de la Revolución le impidió dar un recital en el Constitution Hall de Washington reservado sólo a artistas blancos. El hecho provocó un escándalo de proporciones inesperadas. Para desagraviarla, la primera dama Eleanor Roosevelt renunció a la institución y organizó un concierto histórico en la plaza del Monumento a Lincoln que congregó a más de 75,000 espectadores.". Aquí una filmación hecha en ese concierto:
















En mi propia vida se volvió un personaje tan importante que Mariana mi hija siempre cuenta que su nombre se lo debe a Marian Anderson. Y, sin duda, así es.

No sé ustedes, pero yo dedicaré esta noche a disfrutar esta voz de ángel, y a llorar mientras la disfruto. Sencillamente porque no puedo evitarlo, porque me llega allí donde nacen todas las lágrimas, las de felicidad y las otras. 
Tal vez ahí, justamente ahí, esté el alma.


24/2/14

Feliz día de la bandera o cómo sobrevivir siendo una nerd


Sí, para qué ocultarlo a esta altura de la vida: he sido siempre una nerd (creo que lo sigo siendo). Estudiaba como loquita, sacaba buenas calificaciones, me aterraba el destrampe, me aburría en las fiestas y mi lugar favorito era donde pudiera leer en paz (todavía es así). En fin: in-so-por-ta-ble. Pero, eso sí: abanderada. 
A diferencia de lo que le pasó a mi papá que por ser el más petiso de su clase no pudo desfilar en 5to año como abanderado por las calles de Trenque Lauquen, y en su lugar lo hizo un zapallo de 1.80, se ve que en mi escuela no discriminaban por la altura, así que hicieron caso omiso de que yo a los doce años apenas llegaba al metro 40, me pusieron la banda celeste y blanca (que obviamente me llegaba hasta las rodillas) y calzaron la bandera. No sé qué recuerdo más, si el orgullo que me daba ser abanderada -más bien la felicidad que me daba que mi mamá me mirara con orgullo-, o lo difícil que era subirla y bajarla de la banda. Tocan el himno: subirla. Habla la directora: bajarla. Y ahora a cantar Aurora: subirla. Los de primaria van a bailar el Pericón Nacional: bajarla. ¡Pucha digo! Cuando leí Un comunista en calzoncillos de Claudia Piñeiro recordé esos sábados o domingos en que teníamos que volver del club para que yo me pusiera el guardapolvo, los mocasines negros bien lustrados y las medias tres cuartos azules, y fuéramos al patio del colegio a congelarnos. No sé si ustedes son conscientes de que todas las fiestas patrias argentinas caen en invierno: 25 de mayo, 20 de junio, 9 de julio. Vocación por el frío tenían nuestros héroes. 
Pero yo que además de nerd siempre he sido cursi, me sentía la reencarnación de la patria. Sólo me faltaba el gorro frigio. Y sí, soy capaz de llorar cantando el himno. Sobre todo si lo toca Charly García. O viendo a los chicos de la película “La deuda interna” sacudiendo la banderita “made in China” durante el Mundial del 78. Y también soy capaz de putear a los que creen que el himno y la bandera son propiedad de  “la oligarquía”, “las fuerzas armadas”, “los fachos”. ¿Por qué tendríamos que darles el monopolio de los símbolos? Aclaro que con La Internacional también “se me pianta un lagrimón”. Lo aclaro por las dudas. Nunca falta el suspicaz, ¿verdad?

Todo esto es para contarles que mi “nerdez” y mi cursilería llegaron conmigo a México, y que para mí no hay mejor vista de esta entrañable ciudad que la que tengo cada mañana al doblar por 20 de noviembre, de camino al Claustro, y ver a lo lejos, sobre la plancha del Zócalo, la enorme bandera que allí ondea. Así que: feliz 24 de febrero para todos nosotros, los que creemos que los símbolos no tienen dueño, y si lo tienen somos nosotros: los de a pie. Buen momento para recordar la anécdota del niño criado en el exilio, que cuando sus padres regresaron a Argentina alguien le preguntó: ¿Sabés el himno? Claro, contestó, “Argentinos al grito de guerra…”.  

21/2/14

Decir "Te amo"


En el Día Internacional de la Lengua Materna, celebremos que México, con 68 lenguas originarias y 364 variantes,  es uno de los 10 países más ricos en diversidad lingüística.

Pero, cuidado, porque muchas de estas lenguas se encuentran en riesgo de desaparición. Y cuando muere una lengua, muere un mundo: un modo de mirar el universo, de arrullar a los hijos, de decir "te amo":


 ni mitz tlazohtla (náhuatl)
 in k’aatech (maya)
 io kuniuchu (mixteco)
 nadxieelii, xamigua (zapoteco)
 'naana 'nO (chinanteco)
 ntsëj kypts mejts (mixe)
 ni endë´k (chichimeco jonás)


19/2/14

Travesía nocturna 2: André Gide

En el aniversario de la muerte de André Gide, comparto con ustedes este estupendo documental, y un enlace a Los monederos falsos 
http://www.bahiamasotta.com.ar/textos/2c17.pdf
¡Genial!



18/2/14

Travesía nocturna 1: De gatos y otras hierbas

Quienes me conocen saben que soy llorona. Y cada vez más. Hay días en que llorar es también una manera de recordar. Hoy comí con un grupo de amigas y brindamos por la vida, “Lejaim”, dijimos, como le gustaba decir a mi mamá. Brindamos porque murió hace pocos días Delia Ferreyra, una de las madres más queridas del exilio. El brindis y las lágrimas fueron nuestra manera de acompañar a Marta en su tristeza.
Cuando llegué a casa me enteré de que acababa de morir Biko, el gato consentido de nuestra Vicerrectoría, el que, bautizado con el nombre del luchador por los derechos humanos, había hecho de nuestras oficinas su hogar. Volví a llorar, claro. Porque no saldrá mañana a recibirnos, porque no se tirará frente a la puerta a tomar el sol del mediodía, y porque cuando nuestra nieta llegue y pregunte con su vocecita maravillosa ¿Biko? ¿Biko? no sabré qué decirle.

Quienes me conocen saben que también me estoy volviendo cursi. Llorona y cursi. Insoportable. Pero era obvio que me iba a pasar: pensar en mamá, en sus gatos que siguieron durante mucho tiempo buscándola en su taller; en Tobías que acompañó los primeros años de mi hija en un pueblito del norte argentino y un buen día decidió irse. Chau. Se fue. Cambió de vida. Y yo supe que era el momento de agarrar a mi nena, mis libros y mi mochila y salir también a buscar otra vida.
En la mañana leí una hermosa frase de Heine que dice que el libro es la patria portátil de los judíos. ¿Será que la “maletita de los afectos” de la que tanto me gusta hablar no es más que la patria portátil que me ha acompañado durante toda la vida?
Y de gato en gato, de recuerdo en recuerdo, de hogar en hogar, llegué al genial Ulises, hermano del alma de mi perra Lola, que suele preferir, por sobre todos los lugares del mundo, acurrucarse en la almohada de Mariana para velar su sueño. 

Y a la pequeña Nina que llegó para enseñarnos a todos que la rebeldía y la independencia son los únicos valores de su adolescencia felina.

Lejaim.

30/1/14

La muerte se ha ensañado con los poetas este enero

Descanse en paz, Félix Grande.














Si tú me abandonaras


Si tú me abandonaras te quedarías sin causa
como una fruta verde que se arrancó al manzano,
de noche soñarías que te mira mi mano
y de día, sin mi mano, serías sólo una pausa;

si yo te abandonara me quedaría sin sueño
como un mar que de pronto se quedó sin orillas,
me extendería buscándolas, con olas amarillas,
enormes, y no obstante yo sería muy pequeño;

porque tu obra soy yo, envejecer conmigo,
ser para mis rincones el único testigo,
ayudarme a vivir y a morir, compañera;

porque mi obra eres tú, arcilla pensativa:
mirarte día y noche, mirarte mientras viva;
en ti está mi mirada más vieja y verdadera.

Lee todo en: Si tú me abandonaras - Poemas de Félix Grande http://www.poemas-del-alma.com/felix-grande-si-tu-me-abandonaras.htm#ixzz2rtawyMZE

14/1/14

Chau, querido Juan


¡Cuánta falta nos vas a hacer, querido Juan! Vamos a tu poesía una y otra vez, buscando tu voz. Buscándote.


Alza tus brazos...

Alza tus brazos,
ellos encierran a la noche,
desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.

Que la noche nos cubra con una campana,
que suene suavemente a cada golpe del amor.

Entiérrame la sombra, lávame con ceniza,
cávame del dolor, límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.

Tú destruyes el mundo para que esto suceda
tu comienzas el mundo para que esto suceda.



Ausencia de amor

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.



Certezas

A ver cómo es.
Estaba quieta la inquietud por una vez.
La desazón en sazón y
¡cómo se parecía el mundo a Gerarda
envuelta en sensaciones de encaje!
Las palabras chocan contra la tarde
                         /y no la descomponen.

La furia no me deja solo conmigo.
Habrá que recortar la sombra militar.
¡Camaradas especialistas en esperar cansancios:
apaguen el amor dudoso
que baja humilde y despacito!

Hasta el revés del cosmos morirá!




Comentario I
                                                         
                                                      (Santa teresa)

querido amor que partís como un pájaro
acostado sobre los horizontes
¿estará bien darnos todos al todo/sin
ser parte de nada/ni siquiera del vuelo que

te lleva?/¿piensan hermanas y hermanos
que rodeando se puede llegar/o
partiendo y quedándose a la vez se llega
a la unidad buscada como manjar celeste?

o sea/dura es la vida o esta
salud que cavo para encontrarte como luz!
o palabra/ramita donde te poses como
la mano tuya sobre mi corazón







Costumbres

no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y
paciencias de animal







El juego en que andamos

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.







Epitafio

Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.

Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.

¡Digo que el hombre debe serlo!

Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.







Escribo en el olvido...

Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.







Fábricas del amor

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.







Gotán

Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.

Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.

Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.

Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.







La economía es una ciencia

En el decenio que siguió a la crisis
se notó la declinación del coeficiente de ternura
en todos los países considerados
o sea
tu país
mí país
los países que crecían entre tu alma y mi alma
de repente duraban un instante y antes de irse
o desaparecer dejaban caer sábanas
llenas de nuestros sexos
que salían volando alrededor como perdices.
¿Quiere decir que cada vez que hicimos el amor
dejábamos nuestros sexos allí,
y ellos seguían vivitos y coleando como perdices suavísimas?
Qué raro, mirá que lavábamos las sábanas
con subordinación y valor
para que los jugos de la noche pasada
no inauguraran el pasado
y ningún pasado pusiera una oficina entre nosotros
para ordenarnos el hoy
porque el alma amorosa es desordenada y perfecta
tiene mucha limpieza y lindura
se necesita todo un Dios para encerrarla
como le pasó a Don Francisco
que así pudo cruzar el agua fría de la muerte.
Es bien raro eso de nuestros sexos volando
pero recuerdo ahora que cada vez que yo entraba en tu sexo
y me bañaban tus espumas purísimas con impaciencia
y dulzura y valor
me parecía oír un pajarerío en el bosque de vos
como amor encendiendo otro amor,
o más, es cierto que cada vez nuestros sexos resucitaban
y se ponían a dar vueltas entre ellos
como maripositas encandiladas por el fuego
y se querían morir de nuevo
buscando incesantemente la libertad
y había un país entre la vida y la muerte
donde todo era consolación y hermosura
y no poseíamos nuestro corazón
y nuestros sexos se perdían como almas en la noche
y nunca más los volvíamos a ver para entender
estudio los índices de la tasa de inversión bruta
los índices de la productividad marginal de las inversiones
los índices de crecimiento del producto amoroso
otros índices que es aburrido hablar aquí
y no entiendo nada.
La economía es bien curiosa
al pequeño ahorrista del alma lo engañan en Wall Street
los sueldos de la ternura son bajos
subsiste la injusticia en el mercado mundial del amor,
el aprendiz está rodeado de nubes que parecen elefantes,
eso no le da dicha ni desdicha
en medio de las razones
las redenciones
las resurrecciones.
Se lleva el alma a la nariz para sentir tus perjúmenes
estoy viendo volar los pajaritos que te salían del sexo
mejor dicho
de más allá todavía
de todo lo que valías
o brillabas
o eras
y dabas como jugos de la noche.







La muchacha del balcón

La tarde bajaba por esa calle junto al puerto
Con paso lento, balanceándose, llena de olor,
Las viejas casas palidecen en tardes como ésta,
Nunca es mayor su harapienta melancolía
Ni andan más tristes de paredes,
En las profundas escaleras brillan fosforescencias como de mar,
ojos muertos tal vez que miran a la tarde como si recordaran,
eran las seis, una dulzura detenía a los desconocidos,
una dulzura como de labios de la tarde, carnal,
                                                                carnal,
los rostros se ponen suaves en tardes como ésta,
arden con una especie de niñez
contra la oscuridad, el vaho de los dancings.

Esa dulzura era como si cada uno recordara a una mujer
Sus muslos abrazados, la cabeza en su vientre,
El silencio de los desconocidos
Era un oleaje en medio de la calle
Con rodillas y rostros de ternura chocando
Contra el "New Inn", las puertas, los umbrales de color abandono.

Hasta que la muchacha se asomó al balcón
de pie sobre la tarde íntima como su cuarto con la cama deshecha
donde todos creyeron haberla amado alguna vez
antes de que viniera el olvido.







La puerta

abrí la puerta/amor mío
levantá/abrí la puerta
tengo el alma pegada al paladar
temblando de terror

el jabalí del monte me pisoteó
el asno salvaje me persiguió
en esta media noche del exilio
soy yo mismo una bestia







La rueda

El arco o puente que va
de tu mano a la mía cuando
no se tocan, abre
una flor intermedia.
¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca
ese vacío de las manos
solas en su fatiga?
Nace una flor, sí,
se agosta en mayo como una
equivocación de la lengua
que se equivoca , sí.
¿Por qué este horror?
En la página de nosotros mismos
tu cuerpo escribe.








La secreta dulzura del dolor...

la secreta dulzura del dolor
es transparencia/sale
de la furiosa resignación del sueño/
suena en la boca del perdido

en su origen/en su
rumor de existencia que
le clava la cabeza al gran espanto/
al doble andar/al doble hilo/a la

no verdad del estar como no estar/
el vuelo torpe que los cría/
lo que rompe la luz/memoria

confusa por sus números/
pecho que dura como huella/
la nada que te ama/







Límites

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.







Lo que cava

La sangre corcovea
en todos los rincones, en
el alma superior, en su orgullo,
en los perros con olor a furia.
El ser amado convierte
la humillación en asombro y vengo aquí
para decir que te amo. El domingo
del payaso prueba la desolación.
La emoción contra la pared
espera que la fusilen.
Nuestros cuerpos conocen esa pared.
Es una atadura del sol
que cava y cava.







Lo que pasa

Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
                                                       como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.






Mujeres

decir que esa mujer era dos mujeres es decir poquito debía tener unas 12397
mujeres en su mujer era difícil saber con quién trataba uno en ese pueblo de mujeres  ejemplo:

yacíamos en un lecho de amor
ella era un alba de algas fosforescentes
cuando la fui a abrazar se convirtió en singapur llena de perros que aullaban

recuerdo cuando se apareció envuelta en rosas de agadir
parecía una constelación en la tierra
parecía que la cruz del sur había bajado a la tierra
esa mujer brillaba como la luna de su voz derecha

como el sol que se ponía en su voz
en las rosas estaban escritos todos los nombres de esa mujer menos uno
y cuando se dio vuelta
su nuca era el plan económico
tenía miles de cifras y la balanza de muertes favorables a la                                                                        dictadura militar
nunca sabía uno adónde iba a parar esa mujer
yo estaba ligeramente desconcertado
una noche le golpié el hombro para ver con quién era y vi en sus
                                                                         ojos desiertos un camello

a veces
esa mujer era la banda municipal de mi pueblo
tocaba dulces valses hasta que el trombón empezaba a desafinar
y los demás desafinaban con él
esa mujer tenía la memoria desafinada

usté podía amarla hasta el delirio
hacerle crecer días del sexo tembloroso
hacerla volar como pajarito de sábana
al día siguiente se despertaba hablando de malevich

la memoria le andaba como un reloj con rabia
a las tres de la tarde se acordaba del mulo que le pateó la infancia una noche del ser
                                                                                                                   ellaba mucho esa mujer y
la devoraron todos los fantasmas que pudo alimentar con sus miles de mujeres
y era una banda municipal desafinada
yéndose por las sombras de la placita de mi pueblo

yo  compañeros  una noche como ésta que nos empapan los rostros que a lo mejor morimos
monté en el camellito que esperaba en sus ojos y me fui de las costas tibias de esa mujer

callado como un niño bajo los gordos buitres que me comen de todo   menos el pensamiento de cuando ella se unía como un ramo de dulzura y lo tiraba en la tarde







Nota I

te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
noches y días con vos.
me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
te mostraré mi rabioso corazón.
te pisaré loco de furia.
te mataré los pedacitos.
te mataré uno con paco.
otro lo mato con rodolfo.
con haroldo te mato un pedacito más.
te mataré con mi hijo en la mano.
voy a venir con diana y te mataré.
voy a venir con jote y te mataré.
te voy a matar, derrota.
nunca me faltará un rostro amado para
matarte otra vez.
vivo o muerto/un rostro amado.
hasta que mueras
dolida como estás/ya lo sé.
te voy a matar/yo
te voy a matar.







Nota V

no echés a la tristeza del fogón/
siéntese aquí a mi lado/vieja/
usted nunca me va a dejar/
perdonemé si la olvidé

si anduve de rabia en rabia
saliendo de un muerto entrando
a otro muerto o mundo roto/
si así viaje todos estos años/

arrímese/tristeza/
que me hace tanta furia
y tanto puerto muerto y
necesito viajar/viajar







Nota XXII

huesos que fuego a tanto amor han dado
exiliados del sur sin casa o número
ahora desueñan tanto sueño roto
una fatiga les distrae el alma

por el dolor pasean como niños
bajo la lluvia ajena/una mujer
habla en voz baja con sus pedacitos
como acunándoles no ser/o nunca

se fueron del país o patria o puma
que recorría la belleza como
dicha infeliz/país de la memoria

donde nací/morí/tuve sustancia/
huesitos que junté para encender/
tierra que me entierraba para siempre.







Nota XXIV

                                      a ella

a la derrota o ley severa mi
alma sabió perder respeto/te amo/
cruza mi alma la agua fría donde
flotan los rostros de los compañeros

como envolvidos de tu piel la suave
o lámpara subida delicada
para que duerman delicadamente
subidamente en vos/llama que nombra

a cada sombra por su nido/dicha
o soledad de fuego para amor
donde descansen bellos mis muertitos

que siempre amaron rostros como vos
donde tu rostro avanza como vos
contra la pena de haber sido/ser






Nota XXVII

de lo posible a lo probable/del
sueño a la realidad hay como
mares/playas nocturnas donde
animales de pico descarnan
formas mojadas por los jugos
del corazón/así/viajamos
del pecho al seco sol que dora
la maravilla/o existir







Opiniones

Un hombre deseaba violentamente a una mujer,
a unas cuantas personas no les parecía bien,
un hombre deseaba locamente volar,
a unas cuantas personas les parecía mal,
un hombre deseaba ardientemente la Revolución
y contra la opinión de la gendarmería
trepó sobre muros secos de lo debido,
abrió el pecho y sacándose
los alrededores de su corazón,
agitaba violentamente a una mujer,
volaba locamente por el techo del mundo
y los pueblos ardían, las banderas.







Oración

Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una como mi sangre.
Tu boca entre a mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar.
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.

Con esta sed quemándome.

La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.








Oración de un desocupado

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar, no tiene
que preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,
este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
tócame el alma, mírame
el corazón,!
yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo, Padre, bájate,
si estás, que busco
resignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello







Otro mayo

cuando pasabas con tu otoño a cuestas
mayo por mi ventana
y hacías señales con la luz
de las hojas finales
¿qué me querías decir mayo?
¿porqué eras triste o dulce en tu tristeza?
nunca lo supe pero siempre
había un hombre solo entre los oros de la calle

pero yo era ese niño
detrás de la ventana
cuando pasabas mayo
como abrigándome los ojos

y el hombre sería yo
ahora que recuerdo







Poco se sabe

Yo no sabía que
no tenerte podía ser dulce como
nombrarte para que vengas aunque
no vengas y no haya sino
tu ausencia tan
dura como el golpe que
me di en la cara pensando en vos







PREGUNTAS

Ya que navegas por mi sangre
y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día
para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago,
por qué te necesito,
quien eres, muda, sola, recorriéndome,
razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí,
y abarcarte, acabarte,
mezclarme en tus cabellos
y eres única patria
contra las bestias del olvido.







Presencia del otoño

Debí decir te amo.
Pero estaba el otoño haciendo señas,
clavándome sus puertas en el alma.

Amada, tú, recíbelo.
Vete por él, transporta tu dulzura
por su dulzura madre.
Vete por él, por él, otoño duro,
otoño suave en quien reclino mi aire.

Vete por él, amada.
No soy yo él que te ama este minuto.
Es él en mí, su invento.
Un lento asesinato de ternura.







Saber

El poema nada en un viento y brilla.
No sabe quien es hasta
que lo arrastran aquí, donde
seguramente morirá
a la intemperie de las bestias.
Me gustaría entender a las bestias
para entender mi bestia. La
 realidad hace gemir con jadeos de animal.
¿Qué gracia fue ganada en su respiración?
Ninguna que no fuera perdida.
Abajo de lo suave crepita la sospecha.
En estas manos.







Sefiní

basta por esta noche cierro
la puerta me pongo
el saco guardo
los papelitos donde
no hago sino hablar de ti
mentir sobre tu paradero
cuerpo que me has de temblar







Si dulcemente por tu cabeza pasaban las olas...

si dulcemente por tu cabeza pasaban las olas
del que se tiró al mar/ ¿qué pasa con los hermanitos
que entierraron?/¿hojitas les crecen de los dedos?/¿arbolitos/
[otoños
que los deshojan como mudos?/en silencio

los hermanitos hablan de la vez
que estuvieron a dostres dedos de la muerte/sonríen
recordando/aquel alivio sienten todavía
como si no hubieran morido/como si

paco brillara y rodolfo mirase
toda la olvidadera que solía arrastrar
colgándole del hombro/o haroldo hurgando su amargura
[(siempre)
sacase el as de espadas/puso su boca contra el viento/

aspiró vida/vidas/con sus ojos miró la terrible/
pero ahora están hablando de cuando
operaron con suerte/nadie mató/nadie fue muerto/el enemigo
fue burlado y un poco de la humillación general

se rescató/con corajes/con sueños/tendidos
en todo eso los compañeros/mudos/
deshuesándose en la noche de enero/
quietos por fin/solísimos/ sin besos






Te nombraré veces y veces...

Te nombraré veces y veces.
me acostaré con vos noche y día.
Noches y días con vos.
Me ensuciaré cogiendo con tu sombra.
Te mostraré mi rabioso corazón.
Te pisaré loco de furia.
Te mataré los pedacitos.
Te mataré una con Paco.
Otro lo mato con Rodolfo.
Con Haroldo te mato un pedacito más.
Te mataré con mi hijo en la mano.
Y con el hijo de mi hijo  muertito.
Voy a venir con Diana y te mataré.
Voy a venir con José y te mataré.
Te voy a matar derrota.
Nunca me faltará un rostro amado
para matarte otra vez.
Vivo o muerto  un rostro amado
hasta que mueras
dolida como estás ya lo sé.
Te voy a matar  yo
te voy a matar.







Una mujer y un hombre llevados por la vida...

Una mujer y un hombre llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan en la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.


29/12/13

Siempre es bueno volver a Rilke

Rainer Maria Rilke (4 de diciembre de 1875, en Praga, República Checa (a la sazón Imperio Austrohúngaro) - 29 de diciembre de 1926, en Val-Mont, Suiza)
















Canción de amor

¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!

Enlace a las maravillosas Elegías de Duino 
http://amediavoz.com/rilke.htm

24/12/13

Y sí... ¡Feliz navidad para todos!

¡Feliz navidad para todos!
En especial para mi Mariana,  
que aquí conocerá otro pedacito de nuestra historia

Mi mamá me regaló las mejores navidades que ustedes puedan imaginar. Las mejores. Cada 24 de diciembre lo volvía una fiesta con árbol, apapachos, Papá Noel, regalos, y todo lo que corresponde en estas fechas. Aunque el 25 no lo celebrábamos porque para nuestro espíritu ateo tenía demasiadas reminiscencias cristianas (por eso tampoco poníamos pesebre, sino el muy ¿laico? arbolito), el 24 ¡tirábamos la casa por la ventana!

Pero mejor vamos por partes: 
Graciela Sara Schifrin - “mi madre” para el desarrollo de esta historia - pertenecía a la segunda generación de dos familias judías rusas ateas y comunistas (sí, esas mezclas existían: las culturas híbridas no son un invento del siglo XXI) que habían llegado a vivir a Buenos Aires alrededor de 1910 (años más, años menos). Se crió en ese mundo de trabajo, solidaridades, libros, juegos en la Plaza Libertad, ensayos en el Teatro Colón (invitada por su padre, violoncellista de la orquesta) y visitas al restaurante del abuelo León (Lioba) Paley, el Internacional, en Corrientes 2317, pleno barrio de Once. Allí no sólo mi abuela trabajaba sin parar, sino que se reunía la crema y nata de la intelectualidad judía porteña: Gerchunoff, Samuel Eichelbaum, Berta y Paulina Singerman, Botana, Conrado Nalé Roxlo, Amelia Bence, Blackie, Manuel Sofovich y muchos otros. César Tiempo lo menciona en un poema: “Bar Internacional / donde la grey semita / inofensivamente se desquita / de las persecuciones de la Rusia Imperial” (así lo cuentan en el libro Historia de los judíos argentinos - p. 171 - que mi mamá me regaló un par de años antes de morir). Allí se leía en voz alta, en idisch, ruso y castellano, se discutía, se reía y, como cuenta la memoria familiar: el “abuelito” León, tomaba vodka y bailaba, hasta que el alcohol ganaba la partida y lo hacía cambiar entonces el baile por el llanto de nostalgia por su perdida Odessa (como bien nos enseñó Dostoievsky, los rusos lloran, claro que sí). Eso no impedía que al otro día estuviera en pie a las cinco de la mañana para volver a trabajar. 

Pero no se preocupen, no voy a hacerles la crónica completa de esta rama de la familia. Lo que quiero contarles es que Graciela era una nena feliz y mimada por todos, en especial por la abuela Fanny Levin, tan querida en el Once que el día de su muerte todos los negocios de la Av. Corrientes bajaron la cortina en señal de luto. Esa felicidad se le terminó a mamá poco antes de la adolescencia, pero ésa es otra historia. 

Esa nena de cara redondita y sonrisa fácil lloraba desconsoladamente cada 24 de diciembre. Si todos celebraban la Nochebuena ¿por qué ellos no? “Es una fiesta católica, Graci. Por eso no la festejamos”, le contestaba mi abuela. 
Así que ahí lagrimeando sobre la cama, amparada por el gato Koshka (gato en ruso) que, según contaban, lloraba junto con ella, pensó que el día que tuviera hijos les regalaría las más hermosas navidades del mundo. 

Y así fue: poníamos luces en el pino del jardín, siempre con la esperanza de que ese año no lloviera; invitábamos a decenas de amigos, primos, vecinos, y les teníamos un regalito a cada uno; cenábamos delicioso, cantábamos, jugábamos. Siempre había “estrellitas”. Nunca cohetes, ni buscapiés, ni triángulos, ni rompeportones, ni ninguno de esos  engendros pirotécnicos, porque “al primo Tal (no me acuerdo quién. Ella sí se acordaba) le sacaron un ojo con una cañita voladora”. Cuando muchos años después leí “La parábola del joven tuerto”, en El diosero de Francisco Rojas González supe que era verdad lo que ella contaba. Se podía perder un ojo, nomás.

Cuando nacieron mis hermanos menores, yo que ya me sentía muy adulta a pesar de tener entre diez y doce años, empecé a vestirme de Papá Noel, con un almohadón en la panza, y a llegar entre campanitas y carcajadas (jo jo jo Feliz navidad) a repartir los regalos de los más chicos. 

La mezcla de la nena judía y el entrañable goy, ateo y trosko, que es mi padre (César, alias Gogui) resultó maravillosa para las fiestas. 

Después ya sabemos cómo siguió la historia: vino la dictadura, el exilio, los desaparecidos, y el andar sin ancla durante todo el año, incluido diciembre, claro. El llanto de papá escuchando a Piazzolla todas las navidades, las llamadas a Buenos Aires, siempre a los gritos, como si habláramos con dos latitas unidas por un piolín, la nostalgia del verano.

Hace veintiséis años celebré mi primera nochebuena como mamá. Juro que, como buena hija de Graciela, puse todo mi empeño y amor en que Mariana disfrutara estas fechas. Creo que, a pesar de todo, crié una grinch. Eso sí: cada 25 de diciembre vemos juntas “Love Actually” y berreamos especialmente en la escena de reencuentro en el aeropuerto. 

Así también es esto de ser argenmex.

Crean ustedes en los que crean, deseen lo que deseen, celebren (o no celebren) como sea: solos o en familia, leyendo o bailando, sintiéndose culpables por el horror de mundo en el que vivimos, o dándose una noche de inconsciencia y abrazos, reciban todo mi amor, mi agradecimiento por estar ahí, cerquita, y mi más profundo deseo de que - como dice Joaquín Sabina - “el corazón no se pase de moda”. En estas líneas va el mío, para ustedes.

Sandra
Diciembre 2013 



22/12/13

Cuidado: no se pierde sin castigo el pasado

IDA VITALE

Cultura del palimpsesto

Todo aquí es palimpsesto,
pasión del palimpsesto:

a la deriva,
                        borrar lo poco hecho,
empezar de la nada,
afirmar la deriva,
mirarse entre la nada acrecentada,
velar lo venenoso,
matar lo saludable,
escribir delirantes historias para náufragos.

Cuidado:
no se pierde sin castigo el pasado,
no se pisa en el aire.

De Nuevas arenas I, 2002



Exilios

                                 ...tras tanto acá y allá yendo y viniendo.
                                                                          Francisco de Aldana

Están aquí y allá: de paso,
en ningún lado.
Cada horizonte: donde un ascua atrae.
Podrían ir hacia cualquier fisura.
No hay brújula ni voces.

Cruzan desiertos que el bravo sol
o que la helada queman
y campos infinitos sin el límite
que los Vuelve reales,
que los haría de solidez y pasto.

La mirada se acuesta como un perro,
sin siquiera el recurso de mover una cola.
La mirada se acuesta o retrocede,
se pulveriza por el aire
si nadie la devuelve.
No regresa a la sangre ni alcanza
a quien debiera.

Se disuelve, tan solo.

De De procura de lo imposible, 1998


Acá el enlace a la entrevista más reciente a la poeta uruguaya:
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/20/actualidad/1387570761_611741.html

17/12/13

Los 10 libros para la isla desierta

“Una lista me manda hacer Violante, que en mi vida me he visto en tal aprieto”, debería escribir yo, parafraseando a Lope de Vega. Pocas cosas me provocan tanta ansiedad como estas decisiones en gran medida azarosas, en gran medida arbitrarias, que pueden dejar fuera tantos textos queridos. Los famosos libros que nos acompañarían en una isla desierta. ¿Incluyo a Sebald y dejo fuera a Thomas Mann? ¿A Sarmiento en lugar de a Borges, cuando en realidad fue por él que lo descubrí? ¿Y a Simone de Beauvoir? ¿Me “marcó” más o menos que la Woolf? ¿Ningún ruso? ¿Ni un solo italiano? ¿Justo ahora que Pavese me ha estado acompañando mientras me adentro en no sé qué nueva historia? ¿Y los españoles? ¿Dejaré fuera a Javier Marías y su Mañana en la batalla piensa en mí, al Semprún de La escritura o la vida? ¿A la poesía del 27 que leo y releo? ¿Dónde pongo a Philip Roth, a Amos Oz, a Baricco, a mi querida Sir Hustvedt? ¿Y de América Latina? ¿Sólo argentinos y mexicanos? ¿Y los demás? ¿Dónde dejo mi deslumbramiento y confusión al leer El zorro de arriba y el zorro de abajo de José María Arguedas? ¿Y a Onetti no puedo mencionarlo ya? Mi padre me descubrió “Bienvenido Bob” y desde entonces es uno de mis cuentos favoritos. ¿Cómo se condensan más de cincuenta años de vida en 10 títulos? 
Pero acepté las reglas del juego, aun a riesgo de enloquecer en el intento. Así que, aquí van algunos de los textos que se han vuelto mis “clásicos”. Es decir que siempre vuelvo a ellos: los hojeo y ojeo, como si fueran talismanes, los abro en cualquier página, sobre todo cuando estoy escribiendo, los tengo a la vista en la biblioteca, y soy capaz de recitar de memoria algunos de sus fragmentos.

1) El libro del desasosiego – Fernando Pessoa
Es uno de los libros que más me ha deslumbrado, y me sigue deslumbrando a lo largo de los años. Por los quiebres que separan un fragmento de otro nos asomamos al abismo: la identidad, el lenguaje, la realidad, hechos trizas en el fondo nos atraen y la palabra poética es allí un puro vértigo.

2) Memorias de Adriano – Marguerite Yourcenar
Una prosa densa que nos va envolviendo; una historia en la que el deseo y el lenguaje van entretejiéndose de manera magistral. Uno de esos libros que una no quisiera que se terminaran nunca. Fue mi primer encuentro con Yourcenar; a partir de ese momento me volví lectora devotísima. Con los años la pasión por las Memorias… compite con la pasión por Fuegos, un libro al que vuelvo una y otra vez. Y con el descubrimiento del Antinoo de Pessoa con el cual Adriano dialoga.

3) El libro de las preguntas – Edmond Jabés
Me doy cuenta de que cada uno de los libros elegidos me enseña un modo diferente de aproximarme a la literatura. Con Jabés conocí la libertad de los márgenes y la mirada sesgada. Y quizás también la inutilidad que muchas veces significa la división por géneros. Aprendí a reconocer el deseo de silencio que nos lleva al desierto. No es poca cosa en el mundo del ruido prepotente y el vaciamiento del lenguaje en el que vivimos cotidianamente. Libros como éste son un bálsamo al que me aferro cualquier tarde de domingo ante el miedo al naufragio.

4) Rayuela – Julio Cortázar
Rayuela fue un clásico de mi adolescencia, y luego lo fue de la adolescencia de mi hija. Por eso me resulta aún más entrañable. Sin saberlo, mientras lo leía por primera vez me estaba convirtiendo yo misma en alguien que caminaría sobre el tablón entre “el mundo de acá” y “el mundo de allá”. La búsqueda del propio rostro en las calles de cualquier ciudad que emprenden Cortázar y sus personajes va de lo lúdico a lo reflexivo, de lo mágico a lo metafísico, llevándonos tras ellos como en el desfile de un viejo circo. Cada lectura me revela también rasgos de ésa que fui, y a la que – tal vez – añoro.

5) Las olas – Virginia Woolf
Tenía diecicocho años la primera vez que lo leí, en una edición de Premiá que subrayé sin parar, y que es la misma a la que vuelvo. Me envolvieron el ritmo y la cadencia, y el relato de ese día creado por el monólogo de los seis personajes que encierra la vida entera. Como todas (¿como todos?), me enamoré de esa escritora frágil y melancólica que nos enseñó a buscar una habitación propia.

6) Diez razones para la tristeza del pensamiento – George Steiner
Elegí este libro, pero podría haber elegido también otros de Steiner. Comparto con él el haber nacido bajo el signo de Saturno, como otros, más allá de las fechas reales (“El pensamiento es estrictamente inseparable de una profunda e indestructible melancolía”). Es un pensador que me hace sentir en casa y a la vez me abre nuevos caminos. En ciertos períodos leo más ensayo que narrativa. Depende del ánimo. Depende del deseo. Depende de los silencios y las voces interiores. Sumo, entre otros a Benjamin, por supuesto (y al ensayo de Beatriz Sarlo, “Olvidar a Benjamin”, que critica irónicamente el exceso que ha alcanzado la pasión de los académicos por el pensador berlinés), a Susan Sontag, a Roland Barthes (sobre todo al de Fragmentos de un discurso amoroso y de Preparación de la novela, un libro que no puedo soltar desde que lo descubrí), a… Sé que estoy haciendo trampa porque sólo puedo mencionar a 10 autores, así que hasta aquí me quedo. 

7) Vida de Facundo Quiroga – Domingo F. Sarmiento
A mediados de los ochenta formé parte del grupo de trabajo sobre literatura argentina de David Viñas en la Universidad de Buenos Aires. Ahí aprendí a leer esta enorme obra que es el Facundo y de la que Borges hablaba tanto. Es imposible entender las letras de aquel país sin la lectura de este libro fundacional. La pasión por la palabra entra en tensión en Sarmiento con la pasión por el transgresor. Pocas páginas tienen la fuerza de este retrato que es a la vez un ejercicio ético y político. 

8) Austerlitz, W. G. Sebald
Todos los libros que busco tienden en última instancia a la poesía. ¿Por qué de pronto me llega esta frase? Sé que me interesa más el vislumbre que me permiten las palabras, su textura, el ritmo, el juego que desafía al mismo tiempo la razón y el deseo, la piel y las huellas apenas insinuadas de la memoria, que el relato de historias. Por eso Sebald se ha vuelto un cómplice delicioso. ¿Austerlitz? ¿Vértigo? ¿Los emigrados? Difícil decidir. 

9) Balún Canán – Rosario Castellanos 
Llegué a vivir a México en plena adolescencia; la realidad me deslumbró, me sorprendió, me fascinó, me aterró, todo al mismo tiempo. El tiempo y la literatura me ayudaron a ir entendiéndola (en la medida en que esto es posible, claro). En mi primer cumpleaños, una querida profesora me regaló El llano en llamas. Alguien más dijo: Tienes que leer a Rosario Castellanos. Gabriel, su hijo, era nuestro compañero y la muerte de Rosario aún muy reciente. Su nombre se pronunciaba con devoción y tristeza. Balún Canán me ayudó a hacer inteligible un mundo fuerte, mágico casi y terriblemente injusto.

10) “Piedra de sol” – Octavio Paz
Me quedo sin palabras ante la poesía. Me lleva al silencio del descubrimiento, del reconocimiento en la voz del otro; a un silencio pleno que me conmociona, que me deja tambaleante, sacudida. “Un sauce de cristal, un chopo de agua, un alto surtidor que el viento arquea…”. Leo versos como letanía que invoca dioses antiguos, como búsqueda de comunión con la palabra poética. Hölderlin se preguntaba “¿Para qué poetas en tiempos de penurias?”. “Piedra de sol” es uno de esos poemas que encierra las respuestas posibles.

16/12/13

“¿Dónde está Wally?” censurado

El primer libro de “¿Dónde está Wally?” fue censurado en EE.UU. por aparecer una mujer en topless - Cooking Ideas


El primer libro de “¿Dónde está Wally?” fue censurado en EE.UU. por aparecer una mujer en topless

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Wally, el simpático joven del jersey a rayas rojas, lleva poniendo a prueba nuestra agudeza visual desde que, en 1987, su creador Martin Handford publicara en el Reino Unido la primera entrega de sus andanzas. Sin embargo, y aunque parezca increíble, este primer título fue censurado en muchos lugares de EE.UU. ya que en una de las páginas que discurrían en la playa aparecía una señora haciendo topless.
Como se puede ver, la mujer se había quitado la parte superior del biquini, presumiblemente para permitir una mayor uniformidad en el bronceado. Y un niño parece que le está vertiendo agua sobre la espalda (o ensartando con un helado), lo que le provoca saltar para regocijo de un caballero bastante feliz, y con una sustancia marrón en el pecho, que mira desde un lado.
Y si uno observa cerca, muy, muy de cerca…incluso se podría decir que la mujer muestra un pezón.
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Este pezón debió sacar los ojos a los supervisores de la decencia norteamericana para convertir “¿Dónde está Wally? en uno de los libros más frecuentemente censurados de la década de 1990 en aquel país. Y así se muestra en la lista de la American Library Association “Challenged and Banned Books”, una lacra en forma de aureola que prácticamente hizo a Wally desaparecer de buena parte de las bibliotecas públicas y librerías estadounidenses.
No es que el libro fuera difícil de encontrar como su propio protagonista, sino que directamente fue condenado al ostracismo de las baldas y el revuelo que se formó fue tremebundo. Incluso el New York Times y el Playboy dedicaron sendos reportajes al asunto, que fue zanjado por la editorial reeditando este título y suprimiendo la controvertida imagen.
Sin embargo, diez años después, en 1997 y para celebrar una década de Wallys escondidos por el mundo, la mujer del topless regresó a la playa a tomar el sol.
Lo hizo en una edición especial aniversario de esta primera edición original y, como se puede ver, esta vez venía de casa ataviada con la parte superior del bikini, que convenientemente fue pintado a mano para esconder la picardía.
wally despues
Ahora ya todos los niños del mundo, incluidos los de EE.UU., estaban a salvo de las escondidas obscenidades de Wally y sus compadres.
O no. Porque tanto fijarse en si la señora enseñaba o dejaba de enseñar, que a los censores se les debió pasar que en la parte superior de la misma imagen aparecen dos hombres en una situación ciertamente más comprometida, por más que estuvieran en la playa. Y un poco más allá, si uno observa muy, muy de cerca…un pobre personaje prácticamente se ensarta una sombrilla por donde la espalda pierde su nombre.
Viéndolo con malos ojos, una auténtica orgía si se compara con un topless, sin duda.
playa
(Pinchar para ver más grande. Y ya de paso…encuentra a Wally)

Un elefante ocupa mucho espacio

En 1976, Un elefante ocupa mucho espacio, el libro de Elsa Bornemann, (fue elegido para integrar la Lista de Honor) del Premio Internacional "Hans Christian Andersen", otorgado por International Board on Books for Young People, con sede en Suiza. Un año después era prohibido en la Argentina por relatar una huelga de animales. El decreto, fechado el 13 de octubre de 1977, incluía también a El nacimiento, los niños y el amor, de Agnés Rosenstiehl, editado —junto al de Bornemann— por Librerías Fausto.
(Señalaba el decreto militar:) "En ambos casos se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo (...) Portada de "El nacimiento"De su análisis surge una posición que agravia a la moral, a la Iglesia, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone."



Aquí el cuento que da nombre al libro. ¡Que lo disfruten!

Un Elefante Ocupa Mucho Espacio 
-por Elsa Bornemann-

Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar "en elefante", esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo... ah... eso algunos no lo saben, y por eso se los cuento: 
Verano. Los domadores dormían en sus carromatos, alineados a un costado de la gran carpa. Los animales velaban desconcertados. No era para menos: cinco minutos antes el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia. El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día siguiente. 
-¿Te has vuelto loco, Víctor?- le preguntó el león, asomando el hocico por entre los barrotes de su jaula. -¿Cómo te atreves a ordenar algo semejante sin haberme consultado? ¡El rey de los animales soy yo! 
La risita del elefante se desparramó como papel picado en la oscuridad de la noche: 
-Ja. El rey de los animales es el hombre, compañero. Y sobre todo aquí, tan lejos de nuestras selvas... 
- ¿De qué te quejas, Víctor? -interrumpió un osito, gritando desde su encierro. ¿No son acaso los hombres los que nos dan techo y comida? 
- Tú has nacido bajo la lona del circo... -le contestó Víctor dulcemente. La esposa del criador te crió con mamadera... Solamente conoces el país de los hombres y no puedes entender, aún, la alegría de la libertad... 
- ¿Se puede saber para qué hacemos huelga? -gruñó la foca, coleteando nerviosa de aquí para allá. 
- ¡Al fin una buena pregunta! -exclamó Víctor, entusiasmado, y ahí nomás les explicó a sus compañeros que ellos eran presos... que trabajaban para que el dueño del circo se llenara los bolsillos de dinero... que eran obligados a ejecutar ridículas pruebas para divertir a la gente... que se los forzaba a imitar a los hombres... que no debían soportar más humillaciones y que patatín y que patatán. (Y que patatín fue el consejo de hacer entender a los hombres que los animales querían volver a ser libres... Y que patatán fue la orden de huelga general...) 
- Bah... Pamplinas... -se burló el león-. ¿Cómo piensas comunicarte con los hombres? ¿Acaso alguno de nosotros habla su idioma? 
- Sí -aseguró Víctor. El loro será nuestro intérprete -y enroscando la trompa en los barrotes de su jaula, los dobló sin dificultad y salió afuera. En seguida, abrió una tras otra las jaulas de sus compañeros. 
Al rato, todos retozaban en los carromatos. ¡hasta el león! 
Los primeros rayos de sol picaban como abejas zumbadoras sobre las pieles de los animales cuando el dueño del circo se desperezó ante la ventana de su casa rodante. El calor parecía cortar el aire en infinidad de líneas anaranjadas... (los animales nunca supieron si fue por eso que el dueño del circo pidió socorro y después se desmayó, apenas pisó el césped...) 
De inmediato, los domadores aparecieron en su auxilio: 
- Los animales están sueltos!- gritaron acoro, antes de correr en busca de sus látigos. 
- ¡Pues ahora los usarán para espantarnos las moscas!- les comunicó el loro no bien los domadores los rodearon, dispuestos a encerrarlos nuevamente. 
- ¡Ya no vamos a trabajar en el circo! ¡Huelga general, decretada por nuestro delegado, el elefante! 
- ¿Qué disparate es este? ¡A las jaulas! -y los látigos silbadores ondularon amenazadoramente. 
- ¡Ustedes a las jaulas! -gruñeron los orangutanes. Y allí mismo se lanzaron sobre ellos y los encerraron. Pataleando furioso, el dueño del circo fue el que más resistencia opuso. Por fin, también él miraba correr el tiempo detrás de los barrotes. 
La gente que esa tarde se aglomeró delante de las boleterías, las encontró cerradas por grandes carteles que anunciaban: CIRCO TOMADO POR LOS TRABAJADORES. HUELGA GENERAL DE ANIMALES. 
Entretanto, Víctor y sus compañeros trataban de adiestrar a los hombres: 
- ¡Caminen en cuatro patas y luego salten a través de estos aros de fuego! ¡Mantengan el equilibrio apoyados sobre sus cabezas! 
- ¡No usen las manos para comer! ¡Rebuznen! ¡Maúllen! ¡Ladren! ¡Rujan! 
cuento 
- ¡BASTA, POR FAVOR, BASTA! - gimió el dueño del circo al concluir su vuelta número doscientos alrededor de la carpa, caminando sobre las manos-. ¡Nos damos por vencidos! ¿Qué quieren? 
El loro carraspeó, tosió, tomó unos sorbitos de agua y pronunció entonces el discurso que le había enseñado el elefante: 
- ... Con que esto no, y eso tampoco, y aquello nunca más, y no es justo, y que patatín y que patatán... porque... o nos envían de regreso a nuestras selvas... o inauguramos el primer circo de hombres animalizados, para diversión de todos los gatos y perros del vecindario. He dicho. 
Las cámaras de televisión transmitieron un espectáculo insólito aquel fin de semana: en el aeropuerto, cada uno portando su correspondiente pasaje en los dientes (o sujeto en el pico en el caso del loro), todos los animales se ubicaron en orden frente a la puerta de embarque con destino al África. 
Claro que el dueño del circo tuvo que contratar dos aviones: En uno viajaron los tigres, el león, los orangutanes, la foca, el osito y el loro. El otro fue totalmente utilizado por Víctor... porque todos sabemos que un elefante ocupa mucho, mucho espacio...

8/12/13

Lucian Freud: un homenaje

En el día de su nacimiento, un homenaje al genial Lucien Freud (Berlín, 8 de diciembre de 1922 – Londres, 20 de julio de 2011). Sin duda, uno de los mayores artistas del siglo XX. 



29/11/13

Siempre quise ser Jo March

Como muchas niñas de mi generación, quise ser Jo March. Aún hoy quiero serlo.

¡Feliz cumpleaños, Louisa May Alcott!
(Pensilvania, 29 de noviembre de 1832 - Boston, 6 de marzo de 1888)

27/11/13

Para que sepan quién es Alfredo

La mayor parte de ustedes no sabe quién es Alfredo. No tendrían por qué saberlo, claro. No ha publicado ningún libro. No sale en televisión. No escribe en los medios. Tampoco es un delincuente famoso ni un funcionario público. 

Pero créanme si les digo que se pierden de mucho por no conocerlo. De muchísimo. Se pierden de recordar que en este país hay gente maravillosa que se juega la vida todos los días por lo que cree y piensa. Sin aspavientos. Se pierden de disfrutar su sonrisa un poco pícara, un mucho tímida, cuando nos da los buenos días en chol al llegar a la oficina. Se pierden de aprender que hay choles en nuestro país (¿lo sabían?), y que están tan desprotegidos, amolados y explotados como casi todos los indígenas de México (¿dije “casi”?). Se pierden de recordar que las desigualdades de este país son lacerantes. Vale la pena tenerlo presente cada día. Estoy cierta de que nos hace mejores personas. Más solidarias. Más generosas. Se pierden de escuchar su voz suave contando historias de su pueblo - Nuevo Limar, Chiapas - y de descubrir que se le enciende la mirada cuando habla de la selva, del huerto, de su familia, de los caballos, del silencio. Se pierden de descubrir que en esa mirada hay chispas cuando habla de sus niños: de sus alumnitos en alguna primaria rural, de sus cómplices en la Sala de Lectura “Mitocondrias”. 

Sí. Se pierden de mucho por no conocer a Alfredo.

Sé que habérmelo cruzado hace un par de años es uno de los grandes regalos que me ha hecho la vida.

Socorro Venegas me había invitado a ser jurado del premio México Lee en la categoría Testimonio. Como muchos saben, tengo el sí más rápido de estos lares cuando de trabajo se trata. Así que, fiel a mí misma dije que “Sí”, que “Por supuesto”, sin imaginar que iba a descubrir en esos textos oro molido. Y entre todos los artículos que nos dieron a leer, me conmovieron especialmente las páginas que había mandado un joven maestro chiapaneco. Ese joven maestro era Alfredo. Allí cuenta su historia de niño monolingüe que  prefiere jugar futbol en la plaza del pueblo, con una pelota hecha de bolsas de plástico amarradas, que ir a la escuela a escuchar durante horas a una maestra a la que no le entiende nada. ¿Se acuerdan de Balún Canán? Igual pero cuarenta años después. Cuenta su aprendizaje del español a punta de cinturonazos paternos y regaños escolares. Habla del descubrimiento de la música y la literatura gracias a uno de sus profesores de secundaria.

Un día me atreví a pedirle prestado el libro La tregua de Mario Benedetti. No entendí casi nada de las primeras páginas que leí porque la mayoría de los términos que usaba el autor estaban muy alejados de mi conocimiento del español. Empecé a leer el libro una, dos, tres veces, hasta que decidí utilizar un diccionario. Al terminar de leerlo era demasiado tarde: estaba completamente enamorado de Laura Avellaneda.

Luego vinieron Jaime Sabines y Hermann Hesse y Rosario Castellanos y Sergio Pitol y Rius y tantos y tantos más. Alfredo absorbe lo que tiene a su alrededor como una esponja ávida y feliz. “Fui a la Biblioteca Vasconcelos, Sandra - me decía hoy -, y pensé: esto es lo único que de verdad les envidio a quienes viven en esta ciudad, los libros, los libros.”

Como es generoso, Alfredo quiso compartir su amor por la literatura. Por eso fundó la Sala de Lectura “Mitocondrias”. Cada sábado colgaba su cartel invitando a los chicos del pueblo a acercarse. Y cada sábado se quedaba solo con sus libros y con sus ganas. Hasta que al mes llegaron unos hermanitos, y después una niña, y luego dos más... Y ya han cumplido cuatro años de reuniones semanales. Cuando habla de Cheo, de Julio, de Oswaldo, de Elvira, se le llena la sonrisa de felicidad. 

El día de la entrega del premio le pregunté “¿Qué tienes ganas de hacer en la vida, Alfredo?” “Estudiar literatura”, me contestó. “Pues ya - grité - ¡ven al Claustro! No necesitas más que esas ganas que se te notan en las palabras en cuanto las pronuncias.” Y así llego. Con sus historias. Con su timidez. Con su deseo de saber y saber y saber, cada vez más. Con las pupilas que van del deslumbramiento a las saudades por el verde y los potreros y el silencio y sus niños. 

Con su puro estar entre nosotros, Alfredo nos ha enseñado a ser mejores. Le debemos eso. 

Hoy me buscó para decirme que tiene que regresar a ocupar su plaza a Chiapas. Que ya no le renuevan el permiso para terminar la licenciatura. Que a los chicos de primer grado que va a tener en su nueva escuela quizás, con suerte, les lleguen los uniformes y los zapatos que les prometieron. Que me va a escribir en cuanto encuentre un lugar donde conectarse a internet. Que va a regresar algún día a terminar. Que ya aprendió a dormir por las noches a pesar de los ruidos de la ciudad. Que Cheo ya tiene dieciséis años. Que sus compañeros lo están esperando. Que a lo mejor puede organizar un grupo para escribir los libros de historia y geografía en chol. Que tiene tanto todavía por aprender.

Pensé ser el alegre personaje que cree hacer su voluntad, el que vuela libre como un zopilote cerca de las nubes, pero descubrí que no era cierto lo de mi libertad: soy el personaje de algún escritor desquiciado. Aquí me encuentro, cumpliendo con mi personaje en esta trama que hemos acordado nombrar vida. Y pienso que hay mucho por hacer, queda mucho por hacer.

Gracias, querido Alfredo, por ser parte de nuestra vida. Nos vas a hacer falta cada mañana. Ya te estamos extrañando.



10/11/13

Feliz cumpleaños Anne Sexton





Anne Sexton (Anne Gray Harvey) nació en Massachusetts el 9 de noviembre de 1928. 

Se casó con Alfred Muller Sexton a los 19 años. Un año después de nacida su primera hija le diagnosticaron depresión post-parto, sufriendo su primer crisis mental e ingresando a un hospital neuropsiquiátrico. Regresaría allí varias veces, sobre todo luego de sus intentos de suicidio, que se agudizaron luego del nacimiento de sus segunda hija. 

Fue su médico quien la apoyó para que desarrollara el interés en la poesía que había mostrado en la escuela secundaria. 

En el otoño de 1957 se inscribió en un taller de poesía en donde conocería a Sylvia Plath. Unidas en una relación con matices que lindaban entre la identificación mutua y la rivalidad poética, fueron influencias la una para la otra, llegando a competir en las clases por quien escribía el mejor poema.

En 1974, a pesar de su éxito como escritora –había ganado el Premio Pulitzer de poesía por su libro Live or Die- perdió su batalla contra la enfermedad mental. Luego de almorzar con su mejor amiga, Sexton fue hasta el garage, encendió el motor de su auto y se suicidó con el monóxido de carbono. Era 4 de octubre1974.

Hizo de la experiencia de ser mujer un tópico central en su poesía.


(tomado de http://www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Anne_Sexton.html )

8/11/13

Y para ir cerrando el día...

Canto del solitario  
Georg Trakl

Armonía es el vuelo de los pájaros. Los verdes bosques
se reúnen al atardecer en las cabañas silenciosas;
los prados cristalinos del corzo.
La oscuridad calma el murmullo del arroyo,
sentimos las sombras húmedas
y las flores del verano que susurran al viento.
Anochece la frente del hombre pensativo.

Y una lámpara de bondad se enciende en su corazón,
en la paz de su cena; pues consagrados el vino y el pan
por la mano de Dios, el hermano quiere descansar
de espinosos senderos
y callado te mira con sus ojos nocturnos.
Ah, morar en el intenso azul de la noche.

El amoroso silencio de la alcoba
envuelve la sombra de los ancianos,
los martirios púrpuras, el llanto de una gran
que en el nieto solitario muere con piedad.

Pues siempre despierta más radiante
de sus negros minutos la locura,
el hombre abatido en los umbrales de piedra
poderosamente es cubierto por el fresco azul
y por el luminoso declinar del otoño,

la casa silenciosa, las leyendas del bosque,
medida y ley y senda lunar de los que mueren.

Versión de Helmut Pfeiffer

Dos joyas filmadas por mujeres

 En los días en que estuve a media máquina vi dos joyas filmadas por mujeres:  - "Atlantics", película franco senegalesa de Mati D...