16/7/08



Será que a mente, ja desperta
Da noçao falsa de viver,
Ve que, pela janela aberta,
Há uma paisagem toda incerta
E un sonho todo a apetecer?

Fernando Pessoa
Como si el aire soplara desde algún rincón oscuro
Como si nada estuviera dispuesto a conceder raíces
Como si entre las sombras que se cuelan
Hubiera parpadeos ignorados
Frágil vuelta de los sentidos
Tenue
inverosímil en su fuga
blanca sospecha de miembros volátiles
inmóvil el aleteo
como si supiera
inclinada la faz desde los nombres inasibles
Una vuelta y otra y otra más
Porque el despertar no concede treguas
Ni historias ni ancestros
Murmullos sísmicos
Violetas
Gira sobre el centro de su propio vértigo
A la espera de atardeceres inmóviles
Horizontes en espiral
Brisa que desgranan los dedos del maíz
En el campo de plumas fundado por el verso
Porque se sabe que el cuerpo devora las agujas de su ombligo
Solamente solo
Con el sentido de una máquina remota
Como si supiera
Como si nada estuviera dispuesto a conceder raíces
Llamas de un vilano a contraluz
circulando por el doble frente del abismo
No hay marcas sino brasas en el rostro
Velamen tatuado
Rítmico golpear de la soga húmeda
Como si el aire soplara desde algún rincón oscuro
Junto al oído mismo
Crepitar apenas intuido por el vibrar del laberinto
Y no importa entonces encontrar la calle donde fue el nacimiento
Ninguna esquina ningún posible camino escondido por los pájaros
Si el ritmo no fuera diluvio interminable
Percusión jadeante
Tal vez reconociera el calor de las pieles
Pero así es gasa que atraviesa los sentidos
Brumosa imagen invertida en la retina
Vacío eslabón de la simiente
No en el viento
ni en el fuego que cubre el silencio
Únicamente en el susurro

10/6/08

Los invito a ver esta entrevista:

http://www.revistaescala.com.mx/articulos.php?id_sec=4&id_art=261

5/6/08

Todo tiene entonces el ritmo de las letanías
Cada ola cada piedra
cada segundo labrado en el aire
como si no hubiera habido una piel suave por las noches
como si el balbuceo no te hubiera acunado
cuando el azul no era aún la despedida
Golpes concéntricos mareados por el verbo
Sin claridades ni esperas
Como si no hubiera existido
Más que el blanco de los rostros
Esa sola fotografía de miradas remotas
¿Hundido en qué ruidos ensayas el canto?
¿Con qué acordes se eriza tu espalda?
La sal del desierto inventa las voces
vuelta tras vuelta
no a la plegaria que bordó la orilla
no a la promesa de amaneceres claros
ni a la espera continua frente al fuego
no al lápiz dueño de los vacíos
Es sólo la sombra de la sombra
que cuenta otra vez la misma historia
como si no hubiera habido una piel suave por las noches
como si el sonido fuera ave de paso
espacio imposible entre dos alientos
“No la llevamos en oscuros amuletos”
escribía Ana en el invierno más frío
y era su lengua la de los abuelos
cuando el azul no era aún la despedida
borrones de tiza
como los de la otra
la de los versículos más crueles
la de la herida en la frente
la que cancelara los ocasos
Como si no hubiera existido
Más que el blanco de los rostros
En la espuma añeja que dejaba el agua

23/5/08

La ¿realidad? sigue dando vueltas de manera vertiginosa a mi alrededor. Una vez más, intento levantarme de la cama y todo se tambalea. Los laberintos no son lo que imaginó Borges, sino este misterio que dentro de mi oído me ha dejado fuera del mundo. A veces, pasos sobre esponjas; a veces, simple pecera para que flote el cerebro. Un lóbulo. Otro lóbulo. En nado libre y desincronizado. Todo se sabe por el movimiento de los ojos. No reaccionan a tiempo. Llegan tarde. El archivo de la memoria guarda sonidos para casos de urgencia. Aunque la mirada se retrase. A veces, pasos sobre esponja. Un lóbulo. Otro lóbulo. Y Teseo se enreda lejos de los brazos de Ariadna.

3/5/08

3 de mayo de 2008
Se escuchan explosiones desde temprano. Pirotecnia. Cuetes. Día de la Santa Cruz en Cuernavaca. Polka tiembla y busca un lugar donde esconderse. Ninguno le resulta suficientemente protector. Leo – a destiempo, como siempre – “Babelia”. Es sábado. Aunque pareciera un dato sin importancia porque el ejemplar que leo es el de la semana pasada, no lo es; leer “Babelia” cada sábado es para mí un ritual, aunque siempre lo haga a destiempo. “Cuando toco – dice el músico flamenco Diego Amador – no importa lo que busco, sino lo que encuentro: la armonía, la inspiración, el silencio.” Una de mis obsesiones: el silencio. Y, por supuesto, el tiempo que necesitamos para alcanzar el silencio. En dos entrevistas aparece el tema de la lentitud frente a la velocidad (¿para llegar a qué? ¿adónde?). Richard Ford reivindica la lentitud como ritmo de la lectura y la creación. Una lentitud que ha nacido con su dislexia pero que se ha vuelto uno de los caminos en que crece su escritura. Páginas más adelante, es una frase de Cristina Grande (salvando todas las distancias con Mr. Ford) la que hace referencia a un ritmo “otro”: “He tenido una maduración tardía. Pero es que soy incapaz de reaccionar al momento. Me pongo y las cosas salen de aquí a un año. Y, además, salen gota a gota.” Slow writing, como los placeres que patentaron los italianos de la slow food. Recordar a Calvino. Ítalo. Lo que sale gota a gota.

2/5/08

Texto escrito para la contraportada de la nueva edición de
Con la literatura en el cuerpo de Alberto Ruy Sánchez


Hace algunos años, en una universidad de París, un hombre que impartía un curso sumamente formal sobre la literatura romántica alemana, se vio sorpresivamente sacudido por un amor implacable, radical, absoluto. Estaba de pronto viviendo a muy alta temperatura uno de esos trastornos románticos que muy fríamente analizaba en clase.

A partir de esta anécdota, que habla del cambio en la mirada teórica y crítica que experimentó Roland Barthes al enamorarse, Alberto Ruy Sánchez hace una maravillosa defensa de la presencia de la propia vida, de la fuerza de las propias pasiones, en la mirada del crítico literario. El libro es un homenaje a ese maestro cuyo gesto antiescolástico le reveló un mundo nuevo de posibilidades al entonces muy joven amante de la literatura. Un homenaje a quien le descubrió la libertad para encontrar su camino literario a partir de la propia piel. “…todo lo que uno sabe, aprende, olvida o crea, pasa por nuestro cuerpo. No somos ideas sino cuerpos con ideas”, escribe Alberto. Al reconocer esto, permitimos que la literatura pueda afectarnos, movilizarnos, acariciarnos; es decir, aprendemos a vivir con la literatura en el cuerpo.
Páginas escritas desde la melancolía – que es también deseo, sensualidad – sobre dieciséis melancólicos personajes. En un cruce de ensayo y narración poética, el libro deambula por dieciséis ámbitos, por dieciséis cuerpos que descubren las marcas que guardan a la vez en la piel y en la escritura, a través de la errancia sensual de las palabras.
Trece años después de su primera publicación, esta obra de Alberto Ruy Sánchez ha ganado – como los buenos vinos – en sabor, densidad y cuerpo.
Sandra Lorenzano, abril de 2008.

23/2/08

Las “pequeñas memorias” del cartón

1) La historia argentina puede ser vista como un largo proceso de sucesivos y violentos “borramientos”, de exclusión y supresión del “otro”, del diferente: el indio, el “bárbaro”, el pobre, la mujer… Los “desaparecidos” no son, en este sentido, una creación de la última dictadura militar (1976-1983) sino una figura fundante de la nación. Desde sus orígenes, el Estado ha construido su legitimidad en la desaparición de los cuerpos y las voces otras. Baste pensar, en el genocidio de la conquista, por ejemplo. O en la eufemísticamente llamada “Campaña al desierto” que permitió la consolidación del proyecto liberal a partir de la masacre de los pueblos originarios del sur del país. O en la Semana Trágica, en los fusilamientos de José León Suárez, en las diversas dictaduras de nuestra historia moderna… La hegemonía de los sectores dominantes se ha basado en la cancelación violenta del diferente, a través de su “desciudadanización” (si el Estado tiene la obligación de velar por el bienestar de sus ciudadanos, un Estado que ejerce la fuerza del terror sobre su propia gente está violando el principio básico del concepto de ciudadanía) o de su franco exterminio.
En las últimas décadas, la sociedad argentina ha visto profundizadas las desigualdades que la constituyen en aras del ingreso a una nueva etapa de acumulación del capital a escala mundial. . Los 30 mil desaparecidos de la dictadura tienen su continuación en una política excluyente y pauperizadora que se constituyó, entre otros elementos, a través del desmantelamiento del Estado de Bienestar. Su adelagazamiento o franca desaparición hizo que se acentuaran las desigualdades estructurales generando nuevos procesos de exclusión social. Las transformaciones, iniciadas a mediados de los 70, encontraron su punto culminante durante los gobiernos de Carlos Menem (1989-1999) y Fernando de la Rúa (1999-2001), provocando una despiadada dinámica de polarización y fragmentación social. La exclusión y marginación de vastos sectores de las clases trabajadoras no fue un movimiento pasajero sino que “fue moldeando los contornos más duraderos de un nuevo país, de una sociedad excluyente, estructurada sobre la base de la cristalización de las desigualdades tanto económicas como sociales y culturales” .
En los quiebres de este nuevo escenario pueden escucharse las “pequeñas voces de la historia” que han funcionado como espacios de resistencia, generando estrategias de sobrevivencia social. Frente a las ruinas – contempladas con espanto por el “ángel de la historia” de Walter Benjamin - que ha dejado a su paso el “progreso” del neoliberalismo, las pequeñas voces recuperan la memoria de todos los desaparecidos de nuestra historia para construir a partir de allí una nueva dignidad individual y colectiva.

2) Los años 2001 y 2002 constituyeron uno de los periodos históricos más críticos de la nación, caracterizado por el vaciamiento del Estado, por un sistema político en crisis, por un aparato económico desmantelado, por sectores de la policía y las fuerzas armadas nostálgicos de pasadas dictaduras, por una población golpeada que vio desaparecer los logros sociales de otras épocas: trabajo, salud, educación...; se trata de una realidad en la que impera el empobrecimiento de sus sectores medios y el proceso de marginalización y caída en la indigencia de su otrora combativa y organizada clase trabajadora.
El "argentinazo" llaman muchos a la movilización popular que tomó las calles los días 19 y 20 de diciembre de 2001 exigiendo la renuncia del entonces presidente De la Rúa. La consigna dominante fue "Que se vayan todos": que se vayan los políticos corruptos, los funcionarios ineptos, los empresarios ladrones, los cómplices del saqueo, los jueces nombrados por el menemismo, los represores... "Que se vayan todos" fue el grito que unió a los piqueteros y a los estudiantes, a los marginados de siempre y a los "nuevos pobres", a los indigentes y a la clase media atrapada en el "corralito" de Domingo Cavallo. Recordemos algunas de las cifras que alimentaron el descontento: el 53 % de la población (aproximadamente 18.5 millones de personas) viviendo por debajo de la línea de pobreza, y el 24.8 %, es decir 8.7 millones de personas consideradas “indigentes”. La tasa de desempleo rondaba el 20 %. Los "peces gordos", como siempre, se salvaron: entre el 28 de febrero y el 10 de diciembre de 2001, abandonaron los bancos 19,190 millones de dólares de depósitos, continuando con una sangría que hacía tiempo habían comenzado los sectores más poderosos del país.
Cualquier análisis tiene que partir de una paradoja que impide tener una perspectiva unívoca: la sociedad argentina, atravesando uno de los peores momentos de su historia, se mostró quizás más viva que nunca. Sabemos que los gestos solidarios, generosos, comprometidos que llevaron a cabo muy diversos sectores, protagonizados no por lo actores conocidos (podría decirse que los más desubicados ante la crisis nacional fueron justamente los políticos profesionales), sino por la gente común y corriente, no constituyeron por sí mismos una alternativa política a la crisis en el sentido tradicional; los comedores populares, las redes de trueque, el respeto a los "cartoneros", las guarderías creadas por grupos piqueteros, los merenderos para jubilados y desempleados, entre otros cientos de acciones que nacieron "desde abajo", no fueron seguramente un modo de rediseñar el Estado, no establecieron las bases de un nuevo pacto nacional - imprescindible para poder pensar en algún tipo de proyecto de futuro -, pero fueron, sin duda, la manifestación más clara de que el hartazgo y el cansancio pueden despertar fuerzas creativas en la sociedad.

3) En una calle de la Boca, muy cerca de la cancha, conviven César Aira y Ricardo Piglia, Martín Adán y Haroldo de Campos, Leónidas Lamborghini y Enrique Lihn. Se trata de algunos de los más de 100 autores publicados por la editorial “Eloísa Cartonera”. Junto a los escritores latinoamericanos reconocidos tienen un espacio en el catálogo aquellos que están empezando o que se han movido en un circuito no comercial. “Se publica material inédito y/o desaparecido, border, de vanguardia y de culto…”, explican los fundadores. Cada libro es un ejemplar único, hecho de manera artesanal por los propios recolectores de cartón.
Pero “Eloísa Cartonera” es mucho más que eso: es un proyecto artístico, social y comunitario concebido, durante lo peor de la crisis, por el escritor Washington Cucurto junto a Javier Barilaro y a otros narradores, poetas y artistas visuales. Un espacio para las “pequeñas memorias”.
En la cartonería “No hay cuchillo sin Rosas” (obvia e irónica alusión a Juan Manuel de Rosas y su policía política, la “Mazorca”), sede de la editorial, los cartoneros charlan y conviven, en busca de una estética novedosa y desprejuiciada, con quienes se dedican a la escritura y al arte. Las tapas de los libros son de cartón comprado directamente a quienes lo juntan a un precio superior al que les paga normalmente el mercado (“Estamos rompiendo la cadena de explotación que encabezan las papeleras”, dice uno de los fundadores del proyecto ), y están pintadas a mano por chicos que dejan la calle cuando se suman a la editorial (“Lo que era un pedazo de basura, hoy es una obra de arte” ).
Las publicaciones son objetos artísticos que han llamado ya la atención de diversos museos y galerías. No es difícil encontrarlos no sólo a la venta en librerías, sino expuestos junto a las obras más vanguardistas del arte latinoamericano. Y el proyecto crece y crece, desde el desparpajo y la creatividad: exposiciones, blogs, concursos literarios (Premio Sudaca Border de Narrativa muy Breve)…
La propuesta, que ya tiene varias “hermanas” en el resto de América Latina (Chile, Bolivia, Perú…), nació como una de las respuestas solidarias ante la presencia fantasmal de los cientos de miles de cartoneros que empezaron a tomar cada noche las calles de la ciudad de Buenos Aires, revolviendo en la basura para conseguir algo que se pudiera vender. Fue ése uno de los rostros de la crisis, un rostro que obligaba a la sociedad porteña a mirar aquello que prefiere ignorar; aquello que forma parte de su propio entramado social, aquellos a los que las “buenas conciencias” han criminalizado: los excluidos, los marginados, los que viven en las villas miseria, “los de abajo”… Lo que tantos hubieran querido “invisibilizar” se hizo visible cada noche. Para muchos desempleados, la recolección de residuos fue la única fuente de ingresos disponible. Una opción difícil, dolorosa.
Desde las ruinas de un sistema socioeconómico perverso, y a partir de los desechos del consumo cotidiano resurgió una cierta idea de “dignidad” del trabajador que había caracterizado a la clase obrera argentina. No deja de ser sorprendente en un mundo que desvaloriza cada día más la cultura del trabajo. ¿Huellas de la memoria?
Sumándose a otras “estrategias de sobrevivencia”, “Eloísa Cartonera” generó un espacio de diálogo entre el campo cultural y los sectores marginales; espacio irreverente que hace de lo político, del gesto comprometido, de la propuesta ética, un punto de encuentro propositivo y transgresor. Entre la cumbia villera – ese género musical que suena con fuerza en los barrios marginales, conjuntando los ritmos y sabores de Chile y Bolivia, de Paraguay y Perú, con los llegados de todas las provincias del país - y lo más heterodoxo y lúdico del debate literario, crece la “editorial más colorinche del mundo”.
¡Larga vida a los márgenes!

La última parte de este artículo fue publicada en la revista Letras Libres de diciembre del 2007.

12/2/08

Tenemos que considerar la palabra antes de ser pronunciada, ese fondo de silencio que siempre la rodea y sin el que no diría nada; debemos desvelar los hilos de silencio que se entrelazan con ella. M. Merleau-Ponty, Signos
La tela rasgada – apenas – y al otro lado el vacío, o el jardín cualquier mañana de invierno. El insomnio como golpeteo. En las sienes, como golpeteo. Bastaría asomarse para volverse cómplice. O heredero de un médano tibio donde apoyar la espalda. Rasgada: apenas, sólo lo justo para hacer de las olas una ofrenda. Lo justo. El quiebre es el instante sutil en que pierde su nombre, húmedo trabalenguas, señal que insinúa un contorno difuso. Porque no hay redes ni murmullos a los que aferrarse (es una cuestión de armonía, dicen, todo depende de dónde se haga el énfasis). La tela rasgada – apenas ofrenda -.

12/1/08

NUESTRA SOLIDARIDAD ABSOLUTA CON CARMEN ARISTEGUI, PERIODISTA VALIENTE Y COMPROMETIDA

UN ABRAZO Y ESTAMOS CONTIGO CARMEN!
...A simple vista, Sandra es la última mujer que uno asociaría a la parte herida del discurso de Saudades (con la poética: definitivamente); a la ensayista que recrea no sin dureza, no sin hundir el puño, la impresionante concentración de madres despojadas y furiosas que exigen saber del destino de sus hijos en Plaza de Mayo...
Continúa en
www.la-trenza-de-sor-juana.blogspot.com
y échale un ojito a nuestra Trenza perpetua del 2008, que festeja el centenario de una de las más grandes escritoras del siglo XX



La poesía no es más que el resultado feliz de la naturaleza indómita del idioma...
Hong Ying
www.la-trenza-de-sor-juana.blogspot.com
www.eve-gil.blogspot.com

5/12/07

LYDIA CACHO
ANTE EL HORROR, EL ENOJO, LA SENSACIÓN DE IMPOTENCIA PROVOCADA POR LA DECISIÓN TOMADA POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA CON RESPECTO A LA PERIODISTA LYDIA CACHO Y SUS DENUNCIAS DE PEDERASTIA, QUISIERA DARLE ESPACIO EN ESTE BLOG AL ARTÍCULO PUBLICADO POR DENISE DRESSER EN EL PERIÓDICO REFORMA EL PASADO 3 DE DICIEMBRE.

'Autogolpe'

Denise Dresser
3 Dic. 07

Hay golpes en la vida, tan fuertes. Golpes como del odio de Dios, escribía César Vallejo. Golpes como los que seis ministros de la Suprema Corte acaban de propinarle al país. Heridas como la que el máximo tribunal acaba de infligirse a sí mismo al declarar que las violaciones a las garantías individuales de Lydia Cacho fueron inexistentes o poco graves. Al sugerir que la última instancia a la que un ciudadano puede recurrir no funciona para él o para ella. Al transformar el sufrimiento de niños y niñas víctimas de la pederastia en una anécdota más. Al convertir su veredicto en confabulario de gobiernos corruptos, empresarios inmorales, criminales organizados. Y así como un agente judicial le dijo a Lydia Cacho durante su "secuestro legal": "Qué derechos ni qué chingados", la Suprema Corte acaba de decirle lo mismo a los habitantes del país. Ustedes y yo, desamparados por quienes deberían proteger nuestros derechos, pero han decidido que no les corresponde velar por ellos.

Al votar como lo ha hecho, la mayoría de los ministros acaba de darle una estocada a la Corte de la que tomará años en recuperarse, si es que alguna vez logra hacerlo. Porque su resolución va a ocupar un lugar deshonroso en la historia constitucional de México, similar al que ocupa el caso Dred Scott en la historia constitucional de Estados Unidos. Ese caso en el que la Corte intentó imponer una solución judicial a un problema político; ese caso del año 1856 en el cual declaró -también "conforme a derecho"- que la esclavitud tenía fundamento legal y que como Dred Scott era un esclavo, carecía de derechos y la Corte no tenía jurisdicción para intervenir en su favor. Ese caso que hasta el día de hoy se considera una mancha imborrable, una vergüenza compartida, una herida autoinfligida.

Sablazo similar al que producen los seis ministros que se vanaglorian de empatía y sensibilidad, pero en sus argumentos públicos no las demuestran. Ingenuos o cínicos cuando sugieren que su resolución no deriva en impunidad y que "otras instituciones" podrían investigar el caso, a sabiendas de que llegó a sus recintos precisamente porque eso jamás iba a ocurrir. Contradictorios o deshonestos cuando desechan el caso argumentando que la grabación telefónica entre Kamel Nacif y Mario Marín no tiene valor probatorio alguno, e ignoran la investigación exhaustiva de mil 251 páginas que confirma su contenido. Insensibles o autistas cuando optan por descartar los 377 expedientes relacionados con delitos sexuales cometidos contra menores. Cómplices involuntarios o activos cuando afirman actuar en función del "interés superior" y éste resulta coincidir con los intereses del gobernador y sus amigos. Representantes del peor tipo de paternalismo cuando declaran -en un comunicado lamentable- que sus sofisticadas decisiones no resultan de "fácil comprensión" para grupos muy numerosos de la sociedad.

Seis ministros acaban de destruir la magnífica ilusión -alimentada por su actuación ante la Ley Televisa- de que la Corte opera en un plano moral superior a la mayoría de los mexicanos y se aboca a defenderlos. Cómo creer que han puesto "lo mejor de sí mismos para servir correctamente al país" si allí están las carcajadas del ministro Ortiz Mayagoitia. Las descalificaciones del ministro Aguirre. Los vaivenes argumentativos de Olga Sánchez Cordero. La relativización de la tortura avalada por Mariano Azuela porque el caso de Lydia Cacho no fue "excepcional" o "extraordinario". El consenso de todos ellos en cuanto a que quizás hubo violaciones pero fueron menores, no graves, resarcibles, quizás indebidas pero no meritorias de la atención de la Corte. O como lo preguntó el ministro Aguirre: "Si a miles de personas las torturan en este país. ¿De qué se queja la señora? ¿Qué la hace diferente o más importante para distraer a la Corte en un caso individual?"

Quizás sólo quede demostrada alguna vez la violación de garantías individuales en México cuando a la esposa de algún ministro la trasladen sin el debido due process durante 23 horas de un estado a otro. Cuando a la madre de algún juez le digan que sólo le darán de comer si le hace sexo oral a los agentes judiciales que la han secuestrado. Cuando a la hermana de algún magistrado importante le metan una pistola a la boca y le susurren al oído "tan buena y tan pendeja; pa' qué te metes con el jefe ... va a acabar contigo". Cuando a la hija de algún abogado le cobren una fianza excesiva para dejarla salir de la cárcel o amenacen con violarla allí o la sometan a entrevistas intimidatorias o un gobernador le dé un buen "coscorrón". Cuando a la nuera de algún político le digan sus torturadores "Ten tu medicina aquí ... un jarabito, quieres?", mientras se soban los genitales. Cuando a la nieta de alguna procuradora la viole un pederasta protegido por un "Estado de derecho" puesto al servicio de los poderosos que casi siempre ganan. Cuando alguno de ellos -lamentablemente- sea víctima de un sistema judicial podrido y no antes. Sólo así.

Y bueno, la Suprema Corte se pega a sí misma, pero el peor golpe se lo da a la nación al demostrar cuán lejos está de ser un garante agresivo e independiente de los derechos constitucionales. Cuán lejos se encuentra de entender el maltrato sistemático de millones de mexicanos vejados por el sistema judicial y aplastados por las alianzas inconfesables del sistema político. Así como Kamel Nacif llama "pinche vieja" a Lydia Cacho", la mayoría de la Suprema Corte acaba de llamarnos "pinches ciudadanos" a ustedes y a mí. Acaba de mandar el mensaje de que no la molestemos con asuntos tan poco importantes como la defensa de las garantías individuales, porque está demasiado ocupada validando los intereses de empresarios poderosos y sus aliados en otras ramas del gobierno.

Quizás por ello en el libro Memorias de una infamia, Lydia Cacho escribe: "Mi país me da pena. Lloro por mí y por quienes tienen poder para cambiarlo pero eligen perpetuar el statu quo". Y lloramos contigo Lydia -nuestra Lydia- pero rehusamos rendirnos aunque seis ministros de la Corte lo hayan hecho. Porque tienes razón: México es más que un puñado de gobernantes corruptos, de empresarios inmorales, de criminales organizados, de jueces autistas. México es el país de quienes luchan terca e incansablemente por devolverle un pedacito de su dignidad. Y aunque la Corte rehúse asumir el papel que le corresponde ante esta causa común, hay muchos ciudadanos que comparten la convicción -junto con el ministro Juan Silva Meza- "de que en un Estado constitucional y democrático, la impunidad no tiene cabida".

23/11/07

19-Nov-2007
La república de las letras
Humberto Mussachio

Saudades, de Sandra Lorenzano
Una novela tan bella como extraña, estructurada de manera similar a un gran rompecabezas ordenado por la fuerza incontrastable del lenguaje, eso es Saudades (FCE, 2007), de Sandra Lorenzano. “No hay trama, no hay argumento. No hay personajes. Solamente el lenguaje que no va a ninguna parte”, dice la autora, pero lo cierto es que el libro resulta una apretada red de historias, citas, versos (sobre todo de Pessoa) y reflexiones escritas en un español de elegante sencillez al que la autora le adosó abundantes citas en portugués y hasta en ladino, como esos pequeños rollos de papel que los visitantes de Jerusalén depositan en las hendiduras del Muro de los Lamentos. “Estoy desterrada —dice la narradora—, he perdido pie, he perdido el arraigo del tiempo, he perdido el nombre de mi padre. Estreno la indigencia como única seña de identidad”. Pero quedan las palabras y su poder lo ilustra una historia que cuenta Juan Gelman y cita la autora, aquella del viejo rabino que ante cada amenaza de pogrom leía a sus hijos e hijas la larga nómina de sus antepasados, porque para los exiliados la existencia es “como leer el Génesis… una forma de demostrar que ningún pogrom” acabará con la continuidad, con la vida. De ahí que la autora evoque el Holocausto, la infancia perdida, los seres amados, el horror de la guerra sucia argentina, la luz de los 19 años y el amor como razón de existencia, asidero, oxígeno, tierra firme. “Sin el relato, la memoria no existe” y hay que dejar testimonio de lo que fuimos, porque “la nostalgia tiene la forma del horizonte que se aleja”. Una novela que nos clava en la orilla del asiento.

Dos joyas filmadas por mujeres

 En los días en que estuve a media máquina vi dos joyas filmadas por mujeres:  - "Atlantics", película franco senegalesa de Mati D...